No nos engañemos. El clásico fue un cuadro, especialmente por parte del Barça. Los de Valverde no jugaron a nada, estuvieron a merced del Madrid en muchas fases del partido y lo mejor fue el resultado, un empate a cero donde no se ganó, pero tampoco se perdió, y gracias. A los de Zidane les faltó rematar un partido que controlaron, pero donde demostraron que tienen la pólvora mojada. Así también podríamos calificar las acciones extradeportivas que había previstas: las protestas de Tsunami Democràtic, mucho más modestas en comparación con las expectativas creadas, aunque algunos medios unionistas, siguiendo con sus vaticinios apocalípticos, se han quedado tan anchos con unas portadas guerracivilescas.

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El mismo Tsunami Democràtic explica que algunas de las acciones que tenían previstas no pudieron salir bien por culpa de la intervención policial. El público del Camp Nou, sin embargo, pudo vivir unos cánticos reivindicativos más ensordecedores que nunca reclamando justicia y libertad, pudieron ver algunas pancartas con un mensaje claro al mundo y pudieron ver un esbozo de la performance anunciada sobre verter pelotas de plástico amarillas encima del césped entrada la segunda parte del partido.

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Mireia Comas

Eso que está haciendo este miembro de seguridad no se pudo ver, sin embargo, por televisión. La realización del partido, por parte de Mediapro, con personal adiestrado de la Liga haciendo de buitres controladores en el cogote, evitó mostrar todo lo que pasaba durante el partido. Porque en el momento de las pelotas de playa, prefirieron enseñar veintitrés veces unas repeticiones de diferentes jugadas del partido que no llevaban a ningún sitio. Una censura con todas las letras imperdonable en los tiempos que vivimos, donde se ve que se trata a los espectadores como rebaño al que hay que decirle por qué camino tiene que andar obediente. El rancio filofascista de Javier Tebas tiene bien enseñados a los suyos y consiguió impedir que por televisión se viera todo lo que se tenía que ver, provocando el enfado generalizado:

La clásica censura en un clásico que no pasará a la historia, ni por lo que (no) pasó en el césped ni por lo que (no) pasó fuera de él. O lo que sí pasó y no se enseñó.