Durante los años 80, Estefanía de Mónaco, la hermana pequeña del Príncipe Alberto II, rompió las reglas de la realeza europea. Era icono de moda, portada de revistas, y musa del estilo más arriesgado y rebelde del principado. Sus rasgos andróginos, su cuerpo definido y ese aura indomable la convirtieron en una de las royals más imitadas de Europa. Lo mismo posaba para campañas de alta costura que protagonizaba videoclips o lanzaba un single. Fue el rostro del exceso, de la libertad y de una juventud sin frenos.

La reaparición que ha sorprendido al principado

Y es que, en los últimos años, Estefanía de Mónaco ha desaparecido casi por completo del mapa mediático. Se alejó de los focos, de las alfombras rojas y de la exposición constante que marcó su juventud. Hoy, solo regresa a la vida pública para eventos vinculados a su fundación benéfica, Fight Aids Monaco, creada para luchar contra el Sida y acompañar a quienes conviven con la enfermedad.

Estefanía de Mónaco
Estefanía de Mónaco

En una de esas recientes apariciones, los fotógrafos captaron imágenes que corrieron como la pólvora. Su rostro, a los 60 años, ha generado un auténtico debate en redes y prensa europea: arrugas marcadas, líneas profundas de expresión y bolsas visibles bajo los ojos. Las imágenes chocaron a quienes todavía tenían grabada aquella imagen de mujer atlética, feroz, iluminada por el flash de las fiestas en el Club Náutico de Mónaco.

Estefanía de Mónaco no se retoca, no posa, no compite

La realidad es que Estefanía nunca ha querido jugar al mismo juego que otras mujeres de su entorno. Mientras otras royals se someten a tratamientos estéticos, disciplina férrea o filtros digitales, ella ha elegido la naturalidad. No niega el paso del tiempo. No lo combate. Lo acepta.

De este modo, algunos medios han querido justificar el “cambio” señalando su vida rebelde, la presión mediática o incluso el dolor emocional tras la pérdida de su madre, Grace Kelly, como causa de un supuesto “envejecimiento prematuro”. Pero Estefanía siempre se ha mantenido firme frente a los comentarios. No ha querido esconderse ni disfrazarse. Prefiere dedicarse a su fundación antes que a perseguir espejos.

Así pues, mientras el mundo parece obsesionado con la eterna juventud, Estefanía de Mónaco ha tomado una decisión radical: envejecer a la vista de todos, sin pedir disculpas por ello. Y en un universo donde las apariencias lo son todo, quizá esto sea lo más revolucionario que ha hecho en su vida.