Tamara Falcó ha estrenado, por fin, su polémico y carísimo ático de lujo de 190 m² en una exclusiva urbanización del Madrid más pijo. Hace 2 años que lo compró sobre plano por 1,5 M de euros al estudio del arquitecto de los famosos, Joaquín Torres, con quien se enfrentó porque a la marquesa nunca le acabó de convencer la vivienda. La ha acabado tuneando a su gusto, haciendo varias reformas en el interior y el exterior del piso. Otra pasta, en definitiva. Dice que se ha gastado todos sus ahorros en el nido de amor que compartirá con su flamante marido, pobrecita. Y que la encuentra pequeña. Se ha dado cuenta de ello ahora, cuando ha entrado a vivir. Qué cosas le pasan a la criatura. Sufridora por naturaleza.

Pero tampoco se echen a llorar por la aristócrata. Su situación económica, que ella denomina justita por el esfuerzo que ha hecho para pagar la vivienda, es una mentira más de la vida de cartón-piedra que vende a los medios de comunicación. Su ritmo de vida es absolutamente insostenible: cada fin de semana toca escapada a algún punto del planeta para hincharse en restaurantes prohibitivos, hoteles astronómicos y vicios indisimulables. Después de Copenhague o Londres, acaba de pasar como Atila por el País Vasco. Bebida y manduca en abundancia, con un especial énfasis en la bodega. Botellas de vino de centenares de euros. Una tras otra.

El matrimonio Falcó-Onieva, en compañía de una pareja de su mismo estilo en todos los sentidos, se establecieron en un cinco estrellas muy conocido de Donostia. De allí al casco antiguo a tomar unos pintxos, antes de dirigirse al Asador Etxebarri, del chef Bittor Arginzoniz. Un templo de la brasa y la carne roja, pero mucho más que eso. 264€ por barba sin bebidas, que en su caso fueron unas cuantas. Para empezar, un Roagna Barolo Pira italiano de 200€. Después, con el plato estrella, un Vega Sicilia Valbuena, también de 200€ aproximadamente. Si aquí acaba la cosa solo lo saben ellos, o cuando menos, no hay más fotografías que ilustren su sed sibarita. La broma, en total y tirando por lo bajo, salió por 1500€. La clásica comida de los que no tienen ahorros. ¿Verdad que sí? Morro fino.

Oniva Roagna Insta
Tamara Falcó e Íñigo Onieva bajándose un Roagna / Instagram
Oniva Vega Sicilia Insta
Tamara Falcó e Íñigo Onieva vaciando un Vega Sicilia / Instagram

Al día siguiente la expedición fue a parar a otro establecimiento de primera categoría, el Narru, en la capital de Gipuzkoa. Aquí la factura no sube tanto, hablamos de 100€ por comensal más hidratación. La oferta de bodega del local es excelente y de precio elevado; no hay vino de la casa, ni un tempranillo joven, ni cositas por el estilo. Un par de botellas más a la colección y al hígado, la casa es grande. Si se está intentando quedar embarazada no parecería la mejor dieta: ¿puede ser que han abandonado la idea, pero todavía no lo hayan hecho oficial? La casa pequeña, los findes pantagruélicos, y sobre todo: no ahorran para la llegada de su hijo o hija. Todo cuadra. Ahora bien, viendo cómo vendieron la exclusiva de la boda, el precio de un bebé podría ser de locos. Muchos ceros. ¡Un brindis!

Tamara Iñigo ristre Instagram
Tamara Falcó e Íñigo Onieva / Instagram