En el juego de las apariencias y las cifras, Tamara Falcó ha sabido capitalizar su vida privada como pocas. La hija de Isabel Preysler no solo ha resurgido tras su accidentada ruptura con Íñigo Onieva, sino que ha multiplicado su valor como figura pública tras la mediática reconciliación. Lejos de haberse derrumbado, Tamara transformó el escándalo amoroso en un fenómeno rentable, disparando su caché por asistencia a eventos y contratos publicitarios. Antes del huracán mediático, Tamara ya destacaba como una de las personalidades televisivas mejor pagadas. Su paso por MasterChef Celebrity en 2019 le dejó un jugoso ingreso de 180.000 euros, cifra que superaba ampliamente a la de sus compañeros de edición. Pero fue su boda —y todo el drama que la rodeó— lo que encendió la mecha definitiva de su ascenso financiero.
Tamara Falcó e Íñigo Onieva: una pareja millonaria hecha a golpe de escándalo
Actualmente, cualquier aparición pública de la pareja tiene un precio mínimo: 30.000 euros por evento, y eso solo por posar unos minutos en el photocall. Lejos de ser una cifra simbólica, esta tarifa confirma que el binomio Tamara-Íñigo se ha convertido en un producto de lujo dentro del mercado del entretenimiento social. Las marcas se pelean por contar con ellos: saben que donde pisan, los focos y los titulares los siguen.
Pero Tamara no se limita al circuito de fiestas. Su carrera ha sido meticulosamente planificada. A su papel como colaboradora en El Hormiguero, donde percibe unos 2.500 euros por intervención, se suman ingresos derivados de campañas publicitarias con marcas como Porcelanosa, que llegaron a pagarle hasta 150.000 euros. Sin olvidar su incursión en Netflix con La Marquesa, un documental que retrata su día a día como si de una dinastía aristocrática se tratara. Cada faceta de Tamara está diseñada para facturar: desde su libro de recetas hasta los posts patrocinados en redes, que oscilan entre 3.000 y 4.000 euros. En definitiva, un modelo de rentabilidad emocional que no deja espacio para lo espontáneo.
Una rivalidad silenciosa entre madre e hija… con cifras de escándalo
No obstante, el trono financiero sigue estando ocupado por Isabel Preysler, la socialité que convirtió el glamour en una máquina de hacer dinero. Con un patrimonio estimado en 30 millones de euros, Preysler continúa siendo una de las mujeres más influyentes del país. Aunque ha optado por alejarse del foco mediático tras su separación de Mario Vargas Llosa, su marca personal sigue viva y en plena reinvención.
La firma de un contrato con la marca de zapatillas Suaji marca el inicio de una nueva etapa: más accesible, más moderna, pero igual de rentable. Con una estrategia de marketing dirigida a públicos jóvenes, Preysler busca borrar la imagen distante de la socialité inalcanzable, acercándose a nuevos sectores sin renunciar a su esencia. Cada movimiento ha sido calculado, cada colaboración medida, y ahora, incluso en un perfil más bajo, sigue recibiendo ofertas millonarias por campañas de imagen y colaboraciones exclusivas.
Ahora bien, a pesar de su reciente ascenso, Tamara aún está lejos de alcanzar las cifras de su madre. Con un patrimonio que ronda los 5 millones de euros, su fortuna es impresionante, pero modesta al lado del emporio construido por Isabel. Sin embargo, ambas son, sin duda, dos caras de la misma moneda: mujeres que han aprendido a convertir lo personal en rentable, lo sentimental en cifras, y el apellido en oro. Pero si Tamara es la nueva estrella de la crónica rosa, Isabel sigue siendo la reina indiscutible del marketing social.