La infancia de Stormi Webster transcurre en un universo completamente ajeno al común de los mortales. A sus siete años, la hija de Kylie Jenner no solo está acostumbrada a viajar en jets privados o a vestir ropa de edición limitada, sino que también ha normalizado una rutina de cuidados personales propia de una celebridad adulta. En su día a día, la imagen ocupa un lugar central, casi estructural, dentro de la vida que le ha construido su madre.

En este sentido, uno de los datos que más ha sorprendido en el entorno de la empresaria tiene que ver con la peluquería. Stormi gasta alrededor de 7.000 euros semanales en el cuidado de su cabello, una cifra que incluye estilistas privados, tratamientos específicos y productos exclusivos que no están al alcance del gran público. No se trata de apariciones puntuales ni de sesiones ligadas a eventos concretos, sino de una dinámica estable, integrada en su agenda con absoluta naturalidad.

El cuidado estético como rutina asumida

El pelo de Stormi se ha convertido en un símbolo más del estilo de vida que rodea a la familia. Peinados milimétricamente diseñados, cambios de look constantes y una atención permanente que responde a la misma lógica con la que Kylie ha construido su imperio empresarial.

Stormi

La realidad es que Kylie Jenner nunca ha ocultado su obsesión por el control de la estética. Su marca personal, su fortuna y su influencia global se han cimentado precisamente sobre ese terreno. Este gasto semanal en peluquería se interpreta como una extensión natural de su forma de entender el éxito, el cuidado personal y la proyección pública.

Un regalo que redefine el concepto de lujo infantil

Y es que, a los tratamientos capilares se suma un regalo que va mucho más allá de lo simbólico como lo es un pony valorado en 200.000 euros. Un obsequio que no solo implica la compra del animal, sino toda una infraestructura diseñada a medida para garantizar su bienestar. Instalaciones privadas, personal especializado y cuidados constantes forman parte del pack.

La realidad es que Stormi no recibe regalos convencionales. Su infancia se construye entre experiencias exclusivas y objetos que, para muchos, solo existen en revistas de lujo. Así pues, mientras el debate sobre los límites de la exposición y el gasto sigue abierto, lo cierto es que la hija de Kylie Jenner crece sin conocer otra realidad, en un entorno donde los 7.000 euros semanales en peluquería son solo un detalle más de una vida sin techo económico.