La televisión española ha sido testigo de historias que han marcado a varias generaciones, y una de las más recordadas es la que comenzó en 2003 con 'Aquí no hay quien viva'. Su alocada, incoherente e irreverente comunidad de vecinos, sus diálogos inolvidables y su elenco coral convirtieron la serie en todo un fenómeno. Tanto fue así que, años más tarde, Telecinco no dudó en hacer una gran inversión para quitarle a Atresmedia su producto estrella. La cadena ‘amiga’ tituló la nueva producción como 'La que se avecina', que dio continuidad a ese universo de locura y comedia y mantuvo a muchos actores en cartera.
Entre los rostros más queridos se encontraba Eduardo García, el actor que interpretó a José Miguel, el hijo del personaje de José Luis Gil en ANHQV que luego siguió en LQSA. Durante años, formaron una de las parejas familiares más entrañables de la pequeña pantalla. Pero lo que parecía ser el inicio de una prometedora carrera, acabó convirtiéndose en una travesía llena de dificultades y desilusiones.
Eduardo García, José Miguel en 'Aquí no hay quien viva', del cielo a los infiernos en un instante
Con la llegada de la adolescencia, Eduardo desapareció de la televisión. Detrás de esa ausencia había una historia marcada por la frustración, la presión mediática y una complicada transición a la vida adulta. El propio actor confesó en una entrevista que la experiencia en la serie “le fastidió la infancia”. Al parecer, el ritmo de trabajo, la falta de normalidad y el entorno le pasaron factura. Acabó cayendo en el mundo de las drogas, alejándose por completo del foco público.
Durante años, poco se supo de él, salvo alguna aparición puntual donde dejó ver su faceta como rapero, bajo el nombre artístico que adoptó para compartir letras marcadas por el desencanto, la crítica social y su experiencia en el mundo de la farándula. Una forma de expresión artística que le sirvió para liberar tensiones, aunque lejos del reconocimiento masivo que tuvo en su infancia.
Enfocado a la hostelería
A día de hoy, con 33 años, Eduardo García parece haber encontrado una nueva forma de vida. Empezó a trabajar como camarero en un bar de Toledo, ciudad donde reside actualmente. Lejos de los focos, vive con mayor tranquilidad, centrado en reconstruir su vida y enfocado a la hostelería. Aunque ya no pisa platós ni alfombras rojas, su historia es recordada entre los fans de la serie, que aún recuerdan con cariño al pequeño José Miguel.
De compartir escenas con José Luis Gil a servir cañas en Toledo, Eduardo García representa esa realidad de muchos intérpretes que un día fueron estrellas y en poco tiempo descendieron a los infiernos. Una historia con luces y sombras que no es la primera ni será la última.