Que los programas de cocina se tienen que renovar y no se pueden quedar únicamente en presentar una receta estamos de acuerdo. Ahora bien, los incentivos que se den para atraer la audiencia tienen que seguir unos mínimos que no hieran la dignidad de las personas.

Todavía más si, quien emite este programa, es la televisión pública del estado español. TVE ha fichado a la hija de Isabel Preysler, Tamara Falcó, para presentar un programa de cocina de lunes a viernes durante los mediodías de este verano. Desconocemos la cifra astronómica que debe haber cobrado pero el erario público ha dado trabajo a una Tamara que no sabía lo que era trabajar hasta ahora: primero como concursante de MasterChef y ahora con Cocina al Punto.

Peña Tamara Falco

En su estreno de esta semana, mientras cortaba y pelaba patatas declaró: "¿Sabes qué? En casa, las chicas que trabajan allí utilizan mucho los restos de piña, naranja, lo que sea, como mascarilla natural. Por ejemplo con lo que sobra de la patata te puedes hacer un lefting". Y su compañero de plató, el cocinero Javier Peña, sentencia: "Me dejas alucinado".

Pues todavía tenía más recorrido porque inmediatamente después, Tamara añade: "Yo soy imagen de una marca de una firma de cosmética parisina muy buena, los productos que yo utilizo son los suyos pero yo sé que el servicio de casa va con cosmética natural. Quizás les tendría que regalar por Navidad un poco más cosmética". El pobre cocinero trata de cortar la conversación diciendo que siga pelando naranjas pero el ridículo que han protagonizado es espantoso.

La audiencia no la ha acompañado: un triste 7% de share y poco más de 400.000 espectadores. Televisión Española está en una deriva de cambios, dimisiones, traslados y despidos sin precedentes. Están preocupados para dar una imagen de rigor y servicio público. Tanto es así que quisieron prescindir de hacer prensa rosa en el matinal aunque finalmente lo han añadido. También han suprimido parte del espacio que tenía el programa Corazón. Pero después viene Tamara con una cuota de pantalla de una hora diaria y contradice todos los valores y principios que se vantan de querer promover.