Los Borbones son aquel grupo de personas que se creen que por el simple hecho de ser quién son, todo el mundo les tiene que reír las gracias. No contentos con que vivan a cuerpo de rey, y nunca mejor dicho, no contentos con que los ciudadanos les paguen los lujos, todavía tienen la poca vergüenza de exigir y pedir pleitesía permanente, un dejad todo lo que estéis haciendo cada vez que llegan a algún sitio. Pero de vez en cuando, muy de vez en cuando, alguien les cierra la puerta en las narices, literalmente, alguien les dedica un NO gigante y les deja con un palmo de narices. Ojalá hubiera más veces que se lo hicieran, pero desgraciadamente, España es un país de palmeros que agachan la cabeza y pierden el norte por mostrarse serviles y vasallescos con los monarcas y su séquito.

Una de las pocas veces que alguien no habrá perdido la cabeza para hacer felices a los Borbones la protagonizó alguien que, como mínimo en Masterchef, ha demostrado en más de una ocasión que es un admirador de la familia real española. No tanto como Samantha Vallejo-Nájera, pero bastante. No hablamos, evidentemente, de Jordi Cruz, sino de Pepe Rodríguez. El chef ha explicado qué pasó un día que el rey emérito Juan Carlos quiso ir a comer a su restaurante de Illescas, El Bohío. El jurado y presentador del talent culinario de TVE ha estado en El musical de tu vida al lado de Carlos Sobera y ha explicado una jugosa anécdota personal y profesional con el padre del actual monarca. Recuerda el día que habló con Juan Carlos por teléfono porque quería una mesa para dos personas en su restaurante.
Llamada de Juan Carlos
Recuerda que era un 11 de marzo, cuando se celebran las fiestas de Illescas, de su pueblo, y todo está lleno. Sold out, restaurante a tutiplén, no cabe ni un alma y hay bofetadas para conseguir una mesa. Evidentemente, El Bohío es uno de los locales con más demanda, todo el mundo quiere ir a comer al restaurante de un chef tan famoso y televisivo como él. Súmenle que se celebra una importante corrida en la plaza de toros. Y con eso que reciben una llamada y un camarero le dice a Rodríguez que llama el rey. El presentador se pensó que era Carlos Latre imitándolo y gastándole una broma: "Dígame usted, majestad," dijo él pensando que hablaba con Latre. Y Juan Carlos: "Quiero una mesa para dos, voy con el embajador de Estados Unidos". Pepe, que le vacila, le dice que está lleno y que si quiere ir a comer a su casa. Y el Borbón, fastidiado, responde que "no hacía falta y colgamos el teléfono".
Enseguida, los palmeros habituales salieron al rescate, empujados por lo que consideraban un No sabe usted con quién está hablando de manual. Y es que poco rato después, llama el presidente de la Academia Española de Gastronomía para quejarse de que cómo era posible que "no le daba de comer al rey Juan Carlos". Incluso, llamó la productora del programa en el que trabaja, Masterchef, "para quejarse de no haber dado una mesa a Juan Carlos I". Y él, erre que erre, insistiendo en que no podía darle ninguna mesa porque el restaurante estaba todo lleno "y no podía levantar a nadie de su mesa"... El problema es que eso es lo que hubiera querido el Borbón y su séquito, que alguien se levantara para dejarle paso a él. Es lo que tiene creerse que estás por encima del bien y del mal... Por una vez, el rey comió calentito. Pero no un estofado o un guiso, sino un revés con la mano abierta. Una negativa que fue celebrada, por cierto, por algunos vecinos de Illescas. Y es que Pepe Rodríguez ha recordado que un día en el banco, "un señor me preguntó si esta historia era real y ante mi respuesta afirmativa: 'Me dijo que le parecía muy bien'".