Una de las secciones que vale más la pena escuchar en las parrillas del país es la que hace cada semana el gran Queco Novell en El matí de Catalunya Ràdio. El periodista catalán siempre acierta con su análisis y su punto de vista sobre lo que le rodea. Es irónico cuando toca, pero también se emociona con facilidad cuando alguna cosa le toca la fibra. Cómo le acaba de pasar hace unos días y que este viernes todavía le duraba. Y se lo ha explicado a Laura Rosel.

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Queco Novell / Catalunya Ràdio

Una imagen le ha impactado por encima del resto. "Me emocionó mucho cuando la vi y pensé: mira, pues la traigo aquí y ya está, tú". ¿Cuál? La que se vio en la pista central del All England Club de Wimbledon, antes de empezar un partido en el mítico torneo de tenis. Un aplauso sentido, emotivo, conmovedor y larguísimo. Una ovación descomunal. ¿Dedicada a Roger Federer o Novak Djokovic, ganadores de muchos títulos en aquellas pistas? No. ¿Hacia Serena Williams, quizás? Tampoco. La persona que lo recibió no vestía de corto ni llevaba ninguna raqueta en la mano. Ella es más de tubos de ensayo, probetas y jeringas. Se trata de Sarah Gilbert, una de las creadoras de la vacuna AstraZeneca, que estaba sentada como invitada al palco. Un aplauso que puso la carne de gallina:

Todo el mundo de pie. Una stand up ovation que sobrecoge. Merecidísimo aplauso a alguien que ha salvado numerosas vidas. Todo el mundo emocionado, también Queco Novell: "Ovación de punto de Rafa Nadal en la final". Novell apunta: "Un homenaje espontáneo a una científica, la creadora de una vacuna, en un marco tan poco previsible como un campeonato de tenis. Seguramente muchos de los que ovacionan están allí gracias a ella. Quiero imaginármelo en una situación parecida, en el Teatre Grec, por ejemplo, o en el supermercado, en lugar del típico: 'Por favor, señorita Ester, pase por caja', que oyéramos 'Queridos clientes, les informamos de que el bacalao está de oferta y que acaba de entrar en el súper la señora tal, coautora de la vacuna tal'... Y todo el mundo dejara los carros y 'Ueeee!! ¡Bravo! Bravo"!... Ostras, sería bonito eso", le confiesa a Rosel.

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Laura Rosel / Instagram

Novell empatiza con un colectivo que normalmente reciben aplausos en otros escenarios muchos más señoriales o llenos de pompa, como unos Premios Nobel, "me gustaría mucho que eso pasara, porque los científicos están acostumbrados a que los aplaudan en lugares muy tibados. Unos aplausos que no hacen ni ruido.... ¡Da palmas, hombre"!, clama Novell".

Toda la razón del mundo. Aplauso eterno y donde sea, a todos y cada uno de los científicos.