En el pódcast “Vidas Contadas”, la creadora de contenido Maeva deja claro que la elegancia no es un lujo reservado a unos pocos, sino una herramienta de transformación personal. Con más de un millón y medio de seguidores, esta influencer francesa confiesa que antes de encontrar su estilo, vivía atrapada en la superficialidad de las redes, vacía de propósito y rodeada de la banalidad que hoy critica abiertamente.
“Tenía un millón de seguidores, pero me sentía perdida”, revela Maeva con una sinceridad que desarma. Fue entonces cuando la búsqueda de la elegancia cambió su vida para siempre. Lo que comenzó como la elección de un vestido para una boda en París se convirtió en un viaje profundo hacia la autenticidad, el equilibrio y la autoestima.

La elegancia como estilo de vida y no como etiqueta
En su conversación en Vidas Contadas, Maeva subraya que la verdadera elegancia va mucho más allá de la ropa. No se trata de marcas, lujo o tendencias, sino de actitud, educación y coherencia interior. “Si una persona se viste de forma elegante pero actúa de manera vulgar, pierde toda su elegancia”, sentencia, dejando entrever una filosofía que ha despertado tanto admiración como polémica.
Su definición es clara: la elegancia es una actitud. Un lenguaje silencioso que se expresa en los gestos, las palabras y las decisiones cotidianas. Para ella, “cambiar una prenda puede cambiar tu actitud”, una frase que ha resonado en redes sociales como un mantra para miles de seguidores que buscan reencontrarse con la sofisticación perdida.
El lado polémico de la elegancia: feminismo, vulgaridad y haters
Sin embargo, su visión no ha estado exenta de controversias. Maeva sostiene que la sociedad se ha vulgarizado, señalando que la moda actual ha confundido la libertad con la falta de límites. “Antes la gente cuidaba su imagen, le importaba. Ahora a nadie le importa la imagen que muestra. Le da igual totalmente ser elegante”, afirma con firmeza. Ahora bien, para ella, lo vulgar no solo está en las faldas cortas, los escotes pronunciados o los colores estridentes, sino también en la actitud ostentosa y el deseo constante de llamar la atención. Sus opiniones sobre el feminismo, al que califica de “movimiento que destruye a las mujeres y a los hombres”, pues masculiniza a las mujeres y feminizan a los hombres, invirtiendo los roles”, también le han valido amenazas y cancelaciones. Pero lejos de retractarse, asegura que la elegancia es también una forma de resistencia ante un mundo que, según ella, ha perdido el norte.

Ahora bien, el mensaje central que comparte Maeva es que la elegancia no es un don innato, sino una habilidad que se aprende. Ella defiende que la transformación está al alcance de todos: solo se requiere empezar con pequeños gestos, como elegir la ropa con conciencia, moderar el lenguaje o cultivar la discreción. Según su método, este proceso de cambio puede concretarse en solo 30 días, siempre y cuando se aplique la disciplina y una firme voluntad.
El fenómeno Maeva ha traspasado fronteras porque toca una fibra sensible: el anhelo de distinción en tiempos de exceso. En una era donde las redes premian lo llamativo y lo provocador, su mensaje rescata el valor de la moderación, la educación y la sobriedad. Y quizás ahí reside el secreto de su éxito: en un universo saturado de ruido y vulgaridad, ella propone el silencio elegante como una nueva revolución. Una revolución que empieza, tal vez, con un simple gesto frente al espejo y la decisión de elegir una prenda para cambiarlo todo.