La Navidad para muchos es luces, villancicos y cenas eternas. Para Macaulay Culkin, en cambio, es terreno minado. El actor que marcó a toda una generación con Solo en casa vive estas fechas como si fueran una alerta nuclear. Mientras medio planeta vuelve a ver la película por enésima vez, él prefiere desaparecer del mapa y bajar las persianas.

Y es que diciembre no es un mes cualquiera para Culkin. Es su mes. El problema es que no en el buen sentido. Allá donde vaya, alguien le recuerda que Kevin McCallister sigue vivo, que los ladrones resbalan igual y que la cinta vuelve a poner récords de audiencia. Y el resultado es que el actor opta por el modo invisibilidad y reduce al mínimo sus apariciones públicas.

El chico de la Navidad que odia la Navidad

Lejos de la nostalgia edulcorada, Culkin reconoce que no puede ver Solo en casa como el resto del mundo. Para él no es una comedia familiar, es una cápsula del tiempo que lo devuelve a una infancia hiperexpuesta. Por eso, cuando alguien le propone verla “por tradición”, la respuesta es clara y rápida: no. Ni palomitas ni mantita.

Macauly Culkin Home Alone wow

El actor asume que estas fechas activan una especie de efecto llamada. Gente que quiere fotos, bromas, referencias constantes y la misma pregunta de siempre. Y ahí es donde pone el freno. Navidad y Acción de Gracias son, para él, momentos para refugiarse, no para celebrar.

Huida estratégica y vida en pausa

Su estrategia es simple: salir lo menos posible. Nada de eventos, nada de cenas multitudinarias, nada de paseos improvisados. Culkin describe este periodo como su “temporada alta”, pero no profesional, sino mediática. Una época en la que el mundo parece decidido a recordarle quién fue, aunque él lleve años siendo otra cosa. A los 45 años, el actor ha aprendido a convivir con su legado sin dejar que lo devore. Ha reconstruido su vida lejos del niño prodigio, con humor, distancia y bastante ironía.

Mientras millones celebran la Navidad con trampas caseras y gritos de “¡Kevin!”, Macaulay Culkin baja el volumen, apaga las luces y espera a que pase la tormenta. Porque hay estrellas que brillan más en silencio. Y él, cuando llega diciembre, prefiere quedarse solo en casa, pero de verdad.