"Feliz Navidad, Oriol". Con estas palabras, Jordi Évole ha desenvuelto el papel de regalo de la caja de los truenos. Unos días después de vérselas con las redes sociales unionistas por haber tuiteado contra la estrategia policial y judicial con que Rajoy combate al independentismo, ha aprovechado su artículo de los lunes en El Periódico para pedir la libertad de los presos políticos. Él no los llama así sino "personas injustamente encarceladas". Aunque descubre que ni ha votado ni votará independencia, da la cara por Junqueras, Cuixart, Sànchez y Forn.

Évole recuerda cómo Junqueras hizo un Salvados en Sevilla en que la Sra. Parejo a pesar de no ser independentista entendió el independentismo y, como ella misma reveló en exclusiva a En Blau, haría falta que Junqueras fuera excarcelado ya. Sería parte de la la solución al problema si no lo mantuvieran entre rejas.

En esta cuestión si das la cara te la rompen y a Évole, escribiendo desde el corazón, le romperán la crisma. El unionismo no entiende de tiempo de paz y ha crucificado al periodista catalán antes de la comida de Navidad:

Évole ya sabe lo que es recibir críticas y la suerte es que opina independientemente de los puñales que vuelen hacia él. Aprovecha el artículo para sostener la tesis de que el 1-O se podía votar sin estar empadronado porque en algunos colegios falló la informática. Omite que los más de dos millones de votos independentistas del 1-O se repitieron miméticamente el 21-D sin errores informáticos. Évole también sostiene que el actual Parlament es peor que el anterior. No explica por qué. Habría que recordarle que la CUP y el PP, los extremos, han perdido representación y por lo tanto influencia. Los analistas coinciden en que el actual Parlament es más moderado pero Évole prefería otra distribución de escaños. Lo tiene fácil: que espere a las nuevas elecciones catalanas. En 2022.