La tranquila y glamourosa vida en Mónaco parece estar en peligro. Charlene, conocida por su elegancia y discreción, ha llegado a un punto de tensión que podría cambiar la dinámica de la familia real monegasca. La razón: su negativa a aceptar la presencia del descendiente ilegítimo del príncipe Alberto II, Alexandre Coste, quien nació en 2003 en París y es hijo de Nicole Coste. Desde hace años, las relaciones entre Charlene y la figura de Alexandre han sido tensas, pero, en los últimos tiempos, la situación escaló a un nivel que pocos esperaban. Se dice que la princesa no está dispuesta a compartir su espacio ni el de sus hijos, los mellizos Jacques y Gabriella, con el joven, y mucho menos que Alberto II pase más tiempo con él que con sus propios hijos legítimos. 

Este conflicto interno ha llegado a un punto en el que la ‘royal’ incluso habría amenazado a su marido, advirtiéndole que si permite que su otro hijo conviva con él, ella no tendrá más remedio que tomar medidas drásticas. Y es que el trato preferencial y las continuas visitas son un terreno delicado, lo que genera un gran estrés y descontento en la princesa monegasca. Sin embargo, habría que entender por qué se hace tanto énfasis en esta molestia, en particular cuando fue un hijo que tuvo incluso antes de su matrimonio. Te contamos.  

La razón por la que Charlene no tolera que Alberto II tenga una conexión cercana con su hijo ilegítimo 

El origen de esta enemistad se remonta a muchos años atrás. Nicole Coste, la madre de Alexandre, fue una de las amantes más polémicas del soberano, y su relación con él fue objeto de muchas especulaciones en los medios. En 2005, Nicole hizo públicas algunas declaraciones sobre su romance con el aristócrata, lo que molesta profundamente a Charlene, quien siempre ha valorado la imagen de estabilidad y discreción en la familia real. Este escenario se complicó aún más cuando los medios monegascos comenzaron a señalar la incapacidad de la sudafricana para tener hijos en esos años previos al nacimiento de los mellizos, lo que alimentó aún más las tensiones internas.

Fuentes cercanas a los Grimaldi aseguran que Wittstock siente que la presencia de Alexandre en la vida del aristócrata y en la de sus hijos podría poner en riesgo la estabilidad que busca mantener. La idea de que el hijo ilegítimo tenga un papel más visible es algo que no está dispuesta a aceptar. Por su parte, el hermano de Carolina de Mónaco trata de mantener un equilibrio, pese a que las presiones internas parecen estar llegando a un punto de no retorno. Este proceder genera un debate en el principado y en el extranjero sobre los límites del amor y la protección familiar en una de las figuras públicas más mediáticas del mundo. ¿Qué pasará ahora? La tensión en Mónaco continúa, y las decisiones que tome Alberto II en los próximos meses serán clave para entender si esta crisis podrá resolverse o si, por el contrario, marcará un antes y un después en la relación (ya deteriorada) con Charlene.