En el seno de una de las familias más conocidas de la aristocracia española, la figura de Tamara Falcó ha acaparado durante años la atención de los medios por su vida social, su carrera televisiva y su vínculo directo con la nobleza. Sin embargo, en las últimas semanas, el foco se ha desviado hacia una de las figuras más desconocidas del clan: su hermana paterna, Aldara Falcó, la hija menor del fallecido marqués de Griñón, Carlos Falcó, y su cuarta esposa, Fátima de la Cierva.
A pesar de compartir sangre con Tamara, Aldara ha llevado una vida alejada del foco mediático. Culta, discreta y con una trayectoria profesional ajena al mundo del corazón, siempre ha evitado pronunciarse públicamente sobre su famosa familia. No obstante, su nombre ha saltado a los titulares a raíz de dos cuestiones que han generado revuelo: su tensa relación con Esther Doña, la última pareja conocida de su padre, y su decisión de desprenderse de su parte en la herencia familiar, incluyendo su participación en el emblemático Palacio El Rincón.
Una convivencia imposible con Esther Doña
La relación entre Aldara Falcó y Esther Doña nunca fue fácil. Según fuentes cercanas a la familia, durante los últimos años de vida de Carlos Falcó, la convivencia en El Rincón fue complicada. Mientras el marqués afrontaba sus últimos años con problemas de salud y una personalidad cada vez más frágil, los roces entre Doña y los hijos del aristócrata se multiplicaron. En particular, Aldara habría vivido episodios de fuerte tensión con la que fuera su madrastra.
Aunque nunca se ha pronunciado públicamente, allegados aseguran que Aldara percibía a Esther como una figura interesada, alejada de los valores familiares y más centrada en la proyección mediática que en el bienestar del marqués. Esta percepción se habría reforzado tras la muerte de Carlos Falcó en 2020, en plena pandemia, cuando Esther Doña siguió frecuentando los platós y acaparando portadas, algo que disgustó profundamente a varios miembros del clan Falcó.
La venta de su parte del palacio El Rincón
La segunda decisión que ha hecho correr ríos de tinta es su voluntad de desprenderse de su parte de la herencia. Aldara habría manifestado a sus hermanos su intención de vender su participación en el Palacio El Rincón, una imponente finca ubicada en Aldea del Fresno (Madrid), que desde hace generaciones pertenece a la familia Falcó. El Rincón no es sólo un símbolo de la historia nobiliaria de los Falcó, sino también un inmueble de altísimo valor sentimental y económico.
Sin embargo, mantenerlo implica grandes costes: conservación, impuestos, personal de mantenimiento… Y no todos los herederos están dispuestos a asumir esa carga. Tamara Falcó, quien ha mostrado un gran apego por la propiedad, estaría interesada en conservarla, incluso como posible enclave para eventos familiares o sociales. Pero Aldara, más pragmática, prefiere distanciarse y obtener liquidez.
La operación, de concretarse, podría dar entrada a un nuevo socio en la propiedad del palacio, lo que no dejaría de ser un problema para Tamara y sus hermanos si desean mantener el inmueble en manos familiares. Algunas voces apuntan a que Íñigo Onieva, marido de Tamara, estaría involucrado en conversaciones para comprar esa parte o encontrar una solución favorable para los intereses de su esposa.
Un perfil bajo que empieza a cambiar
Aldara Falcó ha sido, hasta ahora, una de las hijas más discretas del marqués. Mientras Tamara triunfaba en televisión y Duarte Falcó asumía de forma sobria su papel como heredero del marquesado, Aldara optaba por una vida alejada del apellido. Sin embargo, estas recientes decisiones la han situado en el ojo del huracán mediático, aunque todo indica que su voluntad no es otra que resolver sus asuntos patrimoniales y seguir con su vida fuera del ruido. El apellido Falcó sigue generando titulares, incluso cuando quienes lo llevan quieren pasar inadvertidos. Y aunque Aldara nunca haya querido ser una figura pública, el peso de su linaje y sus decisiones familiares la colocan, quiera o no, en el mapa del interés mediático.