Lo mejor del programa de Antonio García Ferreras en 'La Sexta' no es el "más periodismo", ni sus "pactómetros", ni sus maratones interminables al cubrir elecciones o acontecimientos de relevancia. Lo mejor que tiene es, sencillamente, el directo. Es un programa vivo, donde la actualidad pasa por delante de las narices. Sí, la interpretación de los hechos no siempre se analizan con rigor y objetividad. Esta es una utopía a la que hace tiempo que renunciamos, no pasa nada. Pero el 'live' nos permite hacer nuestras propias reflexiones sobre la actualidad, al margen de lo que dicte el gurú de la mesa. No sólo los espectadores, también algunos de los colaboradores y comentaristas políticos que forman el elenco de 'Al Rojo Vivo'. Como por ejemplo, Pablo Simón: un politólogo de La Rioja de 36 años, que estudió en la UPF y que habla el catalán con desenvoltura. Tiene criterio y no acostumbra a seguir los dictados de la línea editorial de la casa. Cuando menos, demuestra personalidad.

Pablo Simón 'ARV' La Sexta

Pablo Simón, tertuliano de 'Al Rojo Vivo' / La Sexta

El caso es que un gesto de desesperación de Simón ha dejado a la audiencia cavilando sobre sus aspavientos después de oir a Ferreras ofreciendo una última hora preocupante: las autoridades chinas anuncian el contagio humano de una nueva variante de la gripe aviar. Una gran noticia cuando todavía no se ha superado la pandemia del coronavirus y todos estamos con el corazón en un puño con la evolución de la covid, desde que se detectara en Wuhan. Hay quien interpreta sus movimientos como una reacción de desazón por un nuevo peligro sanitario, pero no todos: muchos atribuyen este ramalazo a censurar el alarmismo con el que el presentador ofrecía la noticia. El debate continúa, mientras el vídeo se convierte en viral. Uno de los causantes, el humorista Facu Díaz: no sabemos si él tiene la respuesta, pero apoya a Pablo.

Gesto a Pablo Simón en tertulia Ferreras La Sexta

Pablo Simón 'En el Rojo Vivo' La Sexta

Pablo Simón desesperado en 'Al Rojo Vivo' / La Sexta

No sería el primer periodista que se rebela al escuchar al intenso Ferreras anunciando un nuevo apocalipsis y hurgando en él. Del tipo que sea. Incluso de los imaginarios.