El pan, ese alimento que millones de personas consumen a diario sin cuestionar demasiado su procedencia ni sus ingredientes, se ha convertido en el centro de una polémica alimentaria que sacude a los consumidores. El reconocido nutricionista Carlos Ríos, creador del movimiento “realfooding”, ha lanzado una advertencia directa: en los lineales de los supermercados, especialmente en Mercadona, se esconde lo que él denomina el “grupo de la muerte” en materia de pan.
Lo que parecía un producto básico e inocente resulta ser, según el experto, un verdadero cóctel de harinas refinadas, grasas de baja calidad y aditivos que podrían estar minando silenciosamente la salud de los españoles. Su análisis, compartido en redes sociales, no ha tardado en generar un revuelo monumental entre quienes pensaban que elegir pan era un gesto simple y rutinario.
Los panes del Mercadona: “asesinos silenciosos” que parecen sanos pero no lo son
De acuerdo con Carlos Ríos, muchos de los panes más vendidos en Mercadona se elaboran con harina refinada de trigo, un ingrediente que, pese a su aspecto inofensivo, se comporta en el organismo de forma similar al azúcar blanco. El nutricionista advierte que su consumo continuado puede estar vinculado a enfermedades como obesidad, diabetes tipo 2, patologías cardiovasculares e incluso trastornos neurodegenerativos.
Lo más alarmante es que estos panes suelen ir acompañados de una estética “saludable” en su envoltorio, engañando al comprador medio que busca opciones más equilibradas. Según reveló el nutricionista en un vídeo viral en TikTok, solo basta con girar el envase y leer la lista de ingredientes para darse cuenta de la trampa. Este mensaje ha despertado la indignación de muchos consumidores que ahora se sienten manipulados por la industria alimentaria.
La falsa promesa del pan integral en el supermercado
El nutricionista no se detiene ahí. En su análisis, asegura que existe un segundo nivel de panes que, aunque elaborados con 100% harina integral, no alcanzan el estándar de calidad esperado. La razón: la adición de aceite refinado de girasol y un exceso de aditivos como conservantes y emulgentes. Estos productos, que en apariencia podrían considerarse “aceptables”, esconden en su interior una larga lista de ingredientes que los convierten en una opción “ni buena ni mala”, como los califica el experto. El escándalo crece al descubrir que muchos consumidores pagan más por estos panes creyendo que hacen una elección saludable. Sin embargo, la inclusión de químicos innecesarios deja en evidencia la brecha entre el marketing publicitario y la realidad nutricional. Un golpe directo a la confianza en las marcas más populares del país.
Pero no todo es oscuridad en esta historia. Carlos Ríos también ha querido destacar que existen panes que realmente merecen la etiqueta de saludables. Entre ellos menciona el pan de fibra y sésamo 100% integral de centeno, así como los panecillos integrales en bolsa que incluyen solo harina integral en su composición. Estas opciones, aunque menos atractivas a simple vista, ofrecen saciedad, más fibra y menos aditivos, lo que los convierte en una mejor elección. En el número uno de su ranking, el experto coloca al pan integral de masa madre, elaborado con harina integral, aceite de oliva virgen extra y sin exceso de químicos añadidos. Una alternativa que, según Ríos, representa lo más cercano a un pan “real” dentro de un supermercado de gran consumo.