Beatriz Montañez ha vuelto recientemente a nuestras vidas, aunque seguramente se esté arrepintiendo de haber reaparecido. Presentadora de éxito en 'El Intermedio' del Gran Wyoming en La Sexta, se esfumó completamente después de dar el salto a Mediaset y presentar el 'Hable con ellas', programa de gran actualidad ya que tenía a Rocío Carrasco como conductora o por el enfrentamiento público de la actriz Yolanda Ramos con José Luis Moreno, al que acusó de no pagarle un trabajo. La presión de la fama le provocó un cambio de vida radical. Y no es una frase hecha. De ser una profesional muy valorada por las cadenas pasó a recluirse en el bosque, cambiando la ciudad por una cabaña perdida sin electricidad, y viviendo de forma austera con 150 euros al mes para comprar comida. Nadie, absolutamente nadie, sabía o explicaba dónde paraba Beatriz. Hasta que ella misma lo explicó en la Cadena SER.

La confesión de la comunicadora dejó a todo el mundo pasmado, al saber su nuevo estilo de vida, en solitario y en plena naturaleza. Un giro que no ha sido fácil, claro: enfermó gravemente en varias ocasiones, pero no desfallece. Prefiere el canto de los pájaros o el trabajo duro para conseguir leña que el griterío de la ciudad. Ahora bien: todo eso podría haber acabado para siempre. Cuando menos, ahora tiene compañía. Y no deseada.

Beatriz Montañez, La Sexta

Beatriz Montañez / La Sexta

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Beatriz Montañez recogiendo leña / La Sexta

La vuelta de Montañez no fue casual: una editorial la aprovechó para promocionar 'Niadela', un libro escrito en su escondite y que según lo que dice la empresa, es "pure nature-writing". Una forma muy ampulosa para denominar la vuelta de la periodista a la vida eremita, explicando su desconexión en lo que ella llama Niadela, su nuevo hogar. El impacto de la confesión le ha proporcionado ventas y proyectos profesionales, pero ha perdido lo más valioso: la privacidad. Ha vuelto a la SER para explicar que está siendo acosada en su cabaña de piedra, y que ha empezado a tener una sensación olvidada: el miedo.

"He tenido intrusos, no los llamo fans, los llamo intrusos. Ha tenido que intervenir la Guardia Civil, se han dedicado en revolotear por mi casa, a dejarme notas, en observarme con prismáticos. Ha sido muy frustrante sentirme vigilada en mi propia casa y por primera vez en cinco años, donde no he sentido miedo de la naturaleza, sí lo he sentido con las personas". De la ansiada y buscada soledad ha pasado a "sentirme enclaustrada en mi libertad". El acoso, sin embargo, no es sólo físico: también le llegan los ecos de sus detractores, "que me insultan, que estoy loca, que seguramente esté enferma mental, que tengo una sería depresión". Por todo esto, lanza una súplica: "en aquellos que tengan la intención o que estén buscando dónde está Niadela, o que quieran venir, que no lo hagan. Que respeten mi decisión".

Beatriz Montañez capucha La Sexta

Beatriz Montañez con capucha en el bosque / La Sexta

A pesar de su ruego, parece que Beatriz sólo tendrá dos opciones: o soportar las miradas fisgonas hasta que se olviden de ella, o mudarse a una nueva Niadela. Si espera respeto y privacidad, la lleva clara. En la era de las redes sociales, desgraciadamente, ya se sabe: si no quieres polvo...