Vilassar de Mar, un encantador pueblo costero del Maresme, vio nacer a una de las artistas más influyentes del panorama urbano español. Allí comenzó su historia Alba Farelo, mundialmente conocida como Bad Gyal, la joven catalana de 28 años que ha conquistado escenarios de medio mundo sin dejar de mirar hacia su tierra.
Pese a su éxito internacional, la cantante nunca ha renegado de sus raíces. “Creo que soy más catalana que un calçot”, ha dicho entre risas en más de una entrevista. Y no le falta razón. Hija del actor Eduard Farelo, rostro habitual de la televisión pública catalana, Bad Gyal ha llevado su identidad por bandera, tanto en su música como en su estética. Muchos de sus videoclips se han rodado entre las calles y paisajes que la vieron crecer.

Su vínculo con Cataluña es profundo y sincero. Ha cantado en catalán, ha participado en programas de TV3 y radios locales, y recientemente estrenó su documental La Joia, grabado íntegramente en su lengua materna. Una forma de reafirmar quién es y de dónde viene, a pesar de su meteórico ascenso internacional.
En 2016 estudiaba y a la vez trabajaba en una panadería de Vilassar de Mar para conseguir sus ahorros y tocar siempre con los pies en la tierra. En pocos meses su vida cambió por completo sin esperárselo. "Estoy intentando crearme una carrera sólida", garantiza. Fuera de España, añade, hay una escena "más rica, concreta y contextualizada". "Es muy enriquecedor y muy buena señal que te contrate gente que hace este tipo de cosas porque significa que te entienden fuera independientemente del 'hype' que hay aquí en España”, dijo en sus inicios.
Así es el pueblo costero de Vilasar de Mar que ha conquistado a varios famosos
Vilassar de Mar, a apenas media hora de Barcelona, es un municipio con más de dos siglos de historia. Desde 1784 dejó de ser un barrio para convertirse en un pueblo independiente. Rodeado de un entorno natural privilegiado y playas tranquilas de aguas claras, es uno de esos lugares donde la vida transcurre sin prisas, entre el aroma del mar y las fachadas modernistas que conservan la memoria de sus vecinos.
Sus calles aún respiran el pasado marinero, especialmente alrededor de la Plaza de la Iglesia, donde se levanta el templo de San Juan Bautista, reconstruido en 1945 sobre una estructura del siglo XVIII. También merece una visita el cementerio local, un curioso rincón lleno de arte funerario y majestuosos mausoleos.
El municipio presume de una gran vida cultural. El Museo Enric Monjo reúne obras del pintor local que da nombre al espacio, mientras que la Casa Museo Carme Rovira mantiene viva la memoria de otra artista vilasarense, que convirtió su hogar en legado cultural para el pueblo. Además, la Torre d’en Nadal y las casas modernistas del paseo marítimo completan este retrato de una localidad con alma y carácter.
De ahí salió Bad Gyal, la chica de Vilassar que pasó de trabajar en una panadería de pueblo a llenar estadios por todo el mundo. Una historia que demuestra que, aunque el éxito te lleve lejos, las raíces siempre tiran fuerte.
