Campofrío ha vuelto este año con su tradicional anuncio navideño, pero esta vez sin recurrir a caras conocidas, como nos tenía acostumbrados. Los protagonistas son personas anónimas, y el mensaje está claro: el entendimiento.

El inicio del anuncio nos transporta al final de la Guerra Civil, cuando una chica joven, del bando franquista, hace un guiño a un chico republicano forzado a marcharse con los otros 'perdedores'. Al gesto de complicidad, la madre de la chica refunfuña, y eso hace que la joven llame "rojo!" al chico, y que él conteste con un "fascista!."

Después de esto, volvemos al siglo XXI, y vemos personas enfrentadas por sus ideas. Entre ellas, un hombre independentista y una mujer españolista, que así se califican mutuamente.

El hombre explica que "poder formar parte de un país abierto, de un país generoso, para mí quiere decir Catalunya", mientras conduce un coche adornado con el burro catalán y la estelada. La mujer, por su parte, asegura que "España es España, toda, en su unidad", para añadir que "me cuesta incluso entender cómo hay gente que tenga otro sentimiento". Esto, mientras acaricia su perrito, vestido con la 'rojigualda'.

Además del dúo independentista-unionista, aparecen otras personas enfrentadas por sus ideas: la mujer de derechas y el 'podemista', el taurino y la anti-taurina, el ateo y la católica, el carnicero y la vegetariana, el bético y la sevillista, y el policía y la manifestante.

¿El secreto de todo? Que todos son pareja, tienen una relación sentimental. Y muchos de ellos, también hijos. Después de chillarse, cuentan lo que les gusta a cada uno del otro, por cosas que nada tienen que ver con sus ideas políticas o sociales.

Así, el anuncio pretende que se imponga el entendimiento, la cordialidad, animando a encontrar las semejanzas, y a superar las diferencias. Todo ello, sin decir una sola palabra sobre la Navidad... ni sobre el embutido.