A día de hoy muchos ven a Gaudí como un genio de la arquitectura, su fama es reconocida a nivel mundial, y en Barcelona, donde está gran parte de su obra, el mayor atractivo turístico son sus edificios, como la internacional basílica de la Sagrada Familia, el Park Güell, la Pedrera o la Casa Batlló. En su época, cuando creaba esas obras de arte y solo estaba centrado en su trabajo, muchos le vieron como un loco. Su genialidad era tan extraordinaria que pocos lo entendieron.

Antoni Gaudi
Antoni Gaudi

Para conocer a Antoni Gaudí hay que situarse en Reus, en el año 1852. Su infancia fue complicada por un problema reumático que le impidió desarrollarse por las calles con el resto de niños de su edad. Esto provocó que se centrase más en la naturaleza y en sus momentos de soledad que plasmó en su obra.

Gaudí cruzó la Gran Via de les Colts Catalanes y un tranvía colisionó con él dejándole inconsciente en el suelo. Todos pensaron que era un mendigo por su ropa descuidada. Tardaron 48 horas en descubrir su identidad. Finalmente la gente se agolpó en la calle para darle el último adiós. Un coche fúnebre llevó el ataúd hasta la Sagrada Familia, donde a día de hoy permanece enterrado.

Vivió prácticamente sin poderse creer un genio. Era un artista, uno de los mejores arquitectos de todos los tiempos. Ahora le hubiese gustado saber que se ha reconocido su esfuerzo y que sus edificios son los protagonista de una ciudad, la que más amaba. Los únicos que confiaron en él fue la familia Güell, se hizo gran amigo del Conde, hasta el punto de diseñarle su palacio, el Palau Güell.

Gaudía centró todos sus esfuerzos en la Sagrada Familia 

Ni tan siquiera la Pedrera fue entendida. Se llamaría la ‘Casa Milà’, pero los que se reían de él pasaron a llamarla “La empanada”, “el avispero” o “la Pedrera’, nombre con el que finalmente se quedó. Esa fue su última obra civil, a partir de ese momento se dedicó a la Sagrada Familia, el edificio que verdaderamente le volvió loco.

Aquella fue la época más complicada para el famoso arquitecto catalán, estaba tan absorbido en la creación que en ocasiones hasta se olvidaba de comer, no eran las mejores formas y en los últimos años presentaba un aspecto escuálido y desaliñado, pocos le veían salir de su despacho. Por ello, cuando le atropelló el tranvía muchos no le reconocieron.

Dedicaba poco tiempo a comer porque en los últimos años lo consideraba más una necesidad que un placer, no quería que le robase mucho tiempo. Se alimentaba de forma muy básica, con verduras, leche, pan, frutas y frutos secos. Era prácticamente vegetariano.

sagrada familia
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