"¿Hay que hablar de Vox o no hay que hablar de ellos? Esa es la cuestión". La clásica reflexión del Hamlet de William Shakespeare ha vivido este miércoles la versión pasada por el cedazo de un Andreu Buenafuente en estado de gracia que hizo uno de sus monólogos más acertados y aplaudidos de los últimos tiempos.

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Mientras en la inmensa mayoría de cadenas unionistas estatales se da voz y voto a todas horas a Santiago Abascal y sus acólitos, el cómico de Reus optó por hacer pensar los espectadores con unas dudas existenciales absolutamente pertinentes que tendrían que hacer replantear a más de uno cómo hacer frente a la irrupción masiva en la sociedad -y por extensión, en los medios- por parte del partido de la ultraderecha. Un Buenafuente sarcástico, calavera en mano, que se dirigía a ella: "¿Qué es más elevado para el espíritu: sufrir los golpes y dardos del insultante Abascal o tomar las armas del humor contra el piélago de barbaridades y haciéndoles frente a acabar con ellas?".

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A un mes para las elecciones, el humorista y director de Late motiv se pregunta por la presencia masiva de la formación fascista en los medios de comunicación cuándo todavía no tienen ninguna representación en el Congreso de los Diputados: "Hablando de sus locuras marcan nuestra agenda. Hablar, blanquear, tal vez legitimar. ¿Si no hago chistes sobre ello ya no acontece? ¿Quién aguantaria entonces la estulticia de los ultras? ¿Quién soportaría los ultrajes y desdenes de los ultras. Las afrentas del soberbio. Las insolencias y los desdenes del hombre indigno cuando uno mismo podría procurar su reposo con una simple burla o un chascarrillo? Así, la conciencia de darles voz nos vuelve cobardes a todos. Y a los cómicos, cobardes y pecadores de la pradera por la gloria de mi madre". Poniendo el dedo en la llaga como sólo lo sabe hacer él.

"Por el miedo de dar voz a Vox se desmaya nuestra voluntad. No hacemos chistes de Abascal no sea que alguien se indigne con nosotros, los simples bufones. O le dé por quererle votar". Con un final sublime cuando cogiendo la calavera por los agujeros de los ojos, y haciendo ver que corresponde al dictador Franco, la lanza como si fuera un bolo, exclamando: "Y de los partidarios de esta calavera... mejor pasar".