Ana Rosa Quintana, hace 48 horas, parecía un cachorro dócil poniendo cara de pena para que no lo llevaran al matadero. Cuando la presentadora de Telecinco tuvo sentado en frente al candidato del PP a las elecciones (a quien despidió con un explícito lapsus, o no tanto, "presidente") Alberto Núñez-Feijóo, le hizo el habitual masaje televisivo, y el político se la comió con patatas. Ella, como acostumbra a hacer cuando tiene en frente a algún político, se fue haciendo pequeña. El día siguiente, con Pedro Sánchez, tres cuartas partes de lo mismo. Hemos llegado al miércoles, y uno de los temas que ha tratado en su matinal nos ha ofrecido la otra cara, la chulesca, la que está llena de altivez y soberbia, la que se permite el lujo de ir dando lecciones al personal, la que se pone la capa rojigualda y se mete en el papel autoadjudicado de Capitana España.

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Ana Rosa Quintana y Mariángel Alcázar / Telecinco

¿Qué ha provocado esta otra cara de AR? Bingo: Catalunya. Y en esta ocasión, programa doble: Catalunya y los Borbones. Cuando oye hablar de Catalunya independiente, de que en Catalunya no tenemos rey o que desde aquí no vamos agachando la cabeza al paso del rey y su familia, como hacen los palmeros de las españas, se pone hecha una fiera y entonces sí, entonces se hace la gallita. Y este miércoles, no se podía saber, ha vuelto a pasar. ¿Cuándo? Cuando han conectado con Caldes de Malavella con la periodista Mariángel Alcázar para saber la última hora de los premios Princesa de Girona que preside la hija mayor de Felipe y Letizia, acompañada de sus padres y de su hermana pequeña, la infanta Sofía.

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Ana Rosa Quintana sobre los premios Princesa de Girona / Telecinco

La princesa, looks horripilantes, cara de vinagre, y preparada para su gran momento. Pero no en Girona, sino que han tenido que buscar un hotel en Caldes, rodeado de campos de golf, en un intento nada disimulado por parte de Zarzuela de minimizar el más que evidente rechazo ciudadano y de buena parte de las autoridades a esta nueva visita de los Borbones a tierras gerundenses. "Hay una cierta anomalía: no se puede ocupar la sede que lo fue durante muchos años, en la ciudad de Girona", empieza diciendo Alcázar. La corta Ana Rosa: "Bueno, no se pueden hacer porque no son bienvenidas. Ya está... Lo cuál es alucinante". El tonito de su voz era de aquellos que pone cuando se hace la indignada. Alcázar habla de que "falta algo" y que "no puede ser" y "la vinculación histórica de la corona con Catalunya" y bla, bla, bla. Y AR que pone la directa: "Es que independientemente de que haya gente que les apetezca verlas (a Leonor y Sofia) o que son monárquicas o no... oiga... es que esto es territorio español. Y como es territorio español no pueden impedir que ni el rey ni la reina, ni la futura reina estén donde quieran de territorio español".

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Leonor y Sofía en los premios Princesa de Girona / GTRES

Ana Rosa, irada: "Es que es alucinante. Es una anormalidad". Alcázar lamenta que "en dos quilómetros a la redonda no se pueda acceder". AR la vuelve a cortar: "O sea, ¿que nos estamos escondiendo? 'A ver si no molestamos a los que no quieren ser españoles, ¿no?'"Responde Alcázar: "Es la evidencia de que no es que 'no molestemos', sinó que 'vamos a hacer las cosas sin demasiado ruido'. Al final vas a estar tan encerrado que cuando vas a salir a la calle ya no hay nadie". Y Quintana se enciende definitivamente: "Es que en españa hay una constitución, una monarquía, y si a usted no le guste, no vaya. Pero tú no le puedes impedir al rey que en su territorio pueda ir donde le parezca... y tampoco se puede ser acomplejado. Si se consiente el primer año que no te dejen ir al sitio, pues así seguimos". Espectadores, alucinando:

Como dice muy bien esta espectadora, para anormalidad su programa y muchas de las cosas que allí se dicen.