Alejandra Rubio y Carlo Costanzia ya no esconden su fascinación por el lujo y la vida sin límites. Esta vez, la pareja ha vuelto a elegir Ibiza como su refugio dorado, alejándose del ruido mediático para sumergirse en una rutina que huele a riqueza, sofisticación y hedonismo. Mientras las islas Pitiüses vibran en su punto más álgido de la temporada, ellos se sumergen en un verano que apenas comienza… y en el que el derroche no conoce límites.

A través de sus redes sociales, ambos han compartido instantáneas que parecen sacadas de un catálogo de viajes cinco estrellas. Atardeceres sobre el Mediterráneo, platos dignos de chefs con estrella Michelin y paseos en yate acompañan cada una de sus publicaciones. Y por supuesto, no podía faltar una parada obligada en Monkey Club Ibiza, el epicentro del glamour gastronómico de la isla.

Monkey Club Ibiza: el santuario del lujo gastronómico al que acuden las celebridades

Enclavado en el corazón de San Antonio, específicamente en la calle de Joan Boscá número 2, Monkey Club no es solo un restaurante: es el templo donde el buen gusto, la exclusividad y la fiesta se dan la mano. Alejandra y Carlo no se han resistido a su encanto bohemio y parisino, disfrutando de una experiencia que mezcla la cocina mediterránea con la energía vibrante de la noche ibicenca.

Con una decoración que fusiona lo mejor de Tulum con detalles selváticos de alto nivel —mármol, telas de leopardo y terrazas abiertas al cielo—, el Monkey Club se convierte cada noche en escenario de espectáculos, DJ sets en vivo y un ambiente de ensueño. No es solo ir a cenar, es vivir una velada de excesos cuidadosamente orquestados. El menú es una oda a la frescura y el refinamiento: tacos de atún picante, pulpo a la brasa, crispy feta cheese, persilla de chorizo, cookies XXL con helado… Y cócteles que podrían pasar por joyas líquidas. Los precios, como era de esperarse, no bajan de los 10 euros por copa y superan los 20 euros por plato principal. ¿Un derroche? Para muchos, sí. Para Alejandra y Carlo, un día cualquiera.

La isla blanca como telón de fondo de una relación blindada por el lujo

Desde que dieron la bienvenida a su hijo en diciembre pasado, Alejandra Rubio y Carlo Costanzia han decidido fortalecer su vida en pareja lejos de la exposición mediática… o al menos intentarlo. Ibiza, con su misticismo y la intimidad que suele ofrecer a las celebridades, se ha convertido en su refugio favorito. . Y mientras Carlo intenta mantenerse al margen del escándalo que salpica a su familia —tras la condena judicial de sus hermanos Pietro y Rocco por un intento de homicidio—, el actor y modelo prefiere refugiarse en los brazos de Alejandra y en los placeres de la alta vida.

Todo apunta a que este viaje no es una simple escapada, sino una declaración de intenciones: el hijo de Mar Flores y la nieta de María Teresa Campos están listos para ocupar un lugar protagónico en el universo de las “power couples” nacionales. A golpe de exclusividad, juventud y una imagen cada vez más cuidada, buscan dejar atrás las sombras familiares y construir su propio legado... entre atardeceres dorados y mesas repletas de delicias gourmet.