El pacto Colau-Valls-Collboni todavía no se ha sellado pero muchos ya se tienen que tapar la nariz para evitar el hedor que desprende la maniobra. Sí, la conjura tiene muchas posibilidades de salir adelante, pero sus protagonistas tendrán que pagar un precio por la fechoría. Especialmente Ada Colau, que tendrá que hacer equilibrismos, malabarismos y trucos de magia para blanquear al candidato de Cs, y vendernos la alianza con un alguien que representa absolutamente todo lo contrario de lo que suponíamos a la de Barcelona En Comú. Nada será igual después del pacto. Ni siquiera el nombre ni la imagen corporativa de los partidos implicados. Las redes, como siempre, van por delante de los acontecimientos, son visionarias. Y ya saben cómo se llamará el nuevo partido de la que aspira a repetir como alcaldesa. Un viejo conocido: ICV. Pero no, Iniciativa per Catalunya sigue en la tumba (política). La propuesta es otra.

Iceta, Colau, Valls. El ICV del 2019. "Progresistas de verdad", según la propuesta que corre por Twitter y que hemos encontrado en el timeline de Jordi Magrinyà, de la CUP. Pero no es la única propuesta que hemos encontrado en la red, que también se ha puesto con la otra pata de este (inestable, seguro) taburete: Ciudadanos.

Escojan la que escojan, seguro de que reciben mucho apoyo en la sede de los comunes, tan contentos como parecen con el panorama en el Ayuntamiento de la capital catalana. Que vayan encargando camisetas, pins y bolígrafos. Todo vale para retener el poder, para mantener cargos, para asegurarse un futuro político. Que este futuro sea indigno, es lo de menos.