Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler decidieron poner punto y final a su relación de ocho años hace unos meses. El pasado 31 de diciembre, en la revista ‘Hola’, la reina de corazones confirmó a golpe de exclusiva el fin de su noviazgo con el premio Nobel. Desde entonces, la de Porcelanosa no ha dejado de pronunciarse sobre esta ruptura y el escritor de lanzarle indirectas. Según la madre de Tamara Falcó, la relación terminó por los supuestos “celos infundados” de Mario. Cuando llegaba tarde de una fiesta siempre discutían. Por su parte, el peruano se dio cuenta que no encajaba en la vida de la filipina. Él es mucho más tranquilo y no le gusta estar en el foco mediático, algo de lo que vive Isabel Preysler y su familia.

Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa en los toros
Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa en los toros

En alguno de sus relatos, Mario Vargas Llosa podría hablar de su relación con Isabel Preysler sin dar nombres. El escritor se muestra plenamente arrepentido de haber roto su familia por un “enamoramiento de la pichula”. Justo cuando celebraba los 50 años de casado con Patricia Llosa en Nueva York, el peruano le comunicó el fin de la relación. Había empezado a hablar con la filipina, quien en aquel momento enviudó de Miguel Boyer. Ambos se conocieron en una entrevista para ‘Hola’ en 1986, pero en aquel momento a Isabel no le interesaba porque tan solo era un escritor, sin ningún reconocimiento.

Mario Vargas Llosa se arrepintió de su capricho por Isabel Preysler 

Si nos tomamos muy en serio el relato de ‘Los vientos’, escrito por Mario Vargas Llosa, desde el inicio de la relación, ambos protagonistas de esta historia tendrían serios problemas para mantener relaciones íntimas. “Fue un enamoramiento de la pichula, no del corazón. De esa pichula que ahora ya no me sirve para nada, salvo para hacer pipí. ¿Por qué sigo diciendo 'pichula', algo que no dice nadie en España?”, empieza diciendo el escritor.

Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler
Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler

“Tampoco imaginamos nunca que fuera tan común que las gentes llegaran a vivir cien años, y, sin embargo, ahí estamos buen número de bípedos para demostrar que no era inalcanzable. Y, sobre todo, que hombres y mujeres pudiéramos durar tanto conservando la lucidez y disfrutando de la vida, incluido el sexo. No hablo por mí, claro, pero mucha gente que debe de tener mi edad, más o menos, disfruta todavía haciendo el amor, aunque yo no forme parte de ella (La última vez que hice el amor sin ayuda química fue hace unos diez años, creo, o por ahí, me parece)”, añade el Premio Nobel, reconociendo que por si solo ha sido incapaz de dar la talla. Mario tenía que medicarse para poder mantener relaciones íntimas con Isabel Preysler, quien no se sentía satisfecha.