En tiempos en los que el debate sobre las lenguas se convierte en un campo de batalla político y social, la voz de un joven americano en Barcelona ha logrado hacerse viral por un motivo muy distinto: la pasión con la que defiende el catalán. “Me hace sentir parte de la comunidad, y estoy muy orgulloso de hablarlo”, confesó en un vídeo que arrasa en redes sociales.
Este hombre, que se mudó a Cataluña por motivos laborales, asegura que aprender catalán fue su forma de integrarse de verdad. Y lo explica con naturalidad: “Cuando vas a comprar el pan, cuando hablas con los vecinos o cuando te tomas un café en un bar, todo fluye de manera distinta si hablas en catalán. La gente te abre las puertas, te sonríe diferente”.

Nick aprendió a hablar catalán en menos de un año
Lo que empezó como un reto personal, ahora se ha convertido en un ejemplo que desmonta prejuicios. Frente a quienes repiten que “el catalán no sirve de nada” o que “es mejor centrarse solo en el castellano”, este americano responde con hechos: se comunica, trabaja y hace vida social en ambas lenguas sin dificultad, pero reivindica el valor cultural de la catalana.
Su testimonio también ha sacado los colores a más de un internauta que, viviendo en Cataluña toda la vida, nunca ha hecho el esfuerzo de aprenderla o usarla en público. “Yo llegué sin saber ni una palabra, y en un año ya podía mantener conversaciones. Es cuestión de interés, no de dificultad”, añadió.
Las redes han estallado en aplausos. Usuarios de distintas partes de España y de fuera del país han destacado la lección de respeto y convivencia que da alguien que, sin tener obligación, ha entendido la importancia de una lengua para la identidad de un pueblo. No es solo gramática o vocabulario: es pertenencia, es memoria, es cultura viva.
El vídeo de este americano orgulloso de hablar catalán se ha convertido en símbolo de algo más grande: la idea de que la diversidad lingüística no resta, sino que suma. Y que a veces, desde fuera, llega la mirada más clara sobre lo que aquí, a menudo, se convierte en un debate tóxico y sin salida.