La ansiedad y la depresión se han convertido en las enfermedades silenciosas de nuestra época. Afectan a millones de personas y, lo más preocupante, es que los tratamientos tradicionales parecen no estar dando la respuesta definitiva que la sociedad reclama. En el pódcast Psicología cruda, el psicólogo Ventura lanzó una advertencia que no ha pasado desapercibida: “Intentar controlar la ansiedad es lo peor que podemos hacer”. Una frase que desmonta años de consejos populares y que pone bajo la lupa la manera en que se afrontan los trastornos emocionales.

El especialista no duda en afirmar que el gran error está en el intento de hipercontrolar pensamientos y emociones, un gesto que lejos de traer calma, funciona como un catalizador que exacerba los síntomas. Según explica, quienes padecen ansiedad suelen obsesionarse con controlar cómo los ven los demás, sus propias reacciones físicas o incluso la seguridad de sus seres queridos. Esa lucha interna, lejos de ser una solución, se convierte en el motor mismo de la ansiedad.

Ventura
Ventura

Errores frecuentes al tratar la ansiedad y la depresión que empeoran el problema

Ventura advierte que uno de los mayores fallos en la práctica clínica es tratar la ansiedad y la depresión como si fueran procesos idénticos, aplicando fórmulas generales que no tienen en cuenta la historia personal de cada paciente. “Es como apagar un incendio con gasolina”, asegura con contundencia.

En Psicología cruda también explica que la medicación puede aliviar los síntomas, pero muchas veces no ataca el problema de raíz. Esto provoca que, tras una aparente mejoría, los pacientes sufran recaídas que los sumergen en un ciclo interminable. El psicólogo insiste en que la clave no está en controlar la ansiedad, sino en comprender el mensaje que transmite y aprender a convivir con ella sin huir de sus sensaciones.

Ventura
Ventura

Exposición a la ansiedad: entre la solución y el peligro de un mal enfoque

Otro de los puntos candentes que Ventura aborda es la técnica de exposición. Reconoce que funciona, pero lanza una alerta que pone en jaque a muchos profesionales: si se aplica mal, puede ser devastadora. Obligar a un paciente a enfrentarse a sus miedos sin tener en cuenta su historia de vida puede ser tan dañino como el problema original. El psicólogo denuncia que algunos terapeutas incluso llegan a culpar al paciente por no avanzar lo suficiente, reforzando patrones de autocrítica que ya estaban presentes y que, paradójicamente, son los que alimentan la ansiedad. Así, la terapia, en lugar de sanar, se transforma en una experiencia invalidante y dolorosa. Ventura recalca que el acompañamiento debe ser humano, respetuoso y gradual, nunca un campo de batalla en el que el paciente se sienta juzgado o forzado.

La conclusión del psicólogo es clara: lo que realmente calma la ansiedad es la sensación de seguridad. Espacios donde la persona se sienta protegida, comprendida y libre de juicios. Donde el vínculo con el terapeuta genere confianza y se respeten los tiempos individuales.

Su intervención en Psicología cruda no solo desarma viejos mitos sobre la ansiedad, sino que abre un debate sobre la necesidad de transformar la psicoterapia en un proceso más humano y menos mecanizado. Para Ventura, la salud mental no puede tratarse como una receta estándar: debe escucharse a la persona, su historia y su dolor, más allá del simple síntoma.