Hablar de autismo siempre despierta debates cargados de mitos y desconocimiento. Sin embargo, pocas veces se logra poner en palabras lo que una persona dentro del espectro experimenta en su vida diaria. La psiquiatra Eva García, especialista en psiquiatría infantil, lo comparó con una experiencia que todos podemos imaginar: “Su piel es como si tú te broncearas un día completito en la playa, ¿no? O sea, tienen esa hipersensibilidad de cuando tenemos una quemadura de primer grado por el sol, que sentimos así que todo nos quema”. Una metáfora que, lejos de ser poética, refleja la brutal realidad de la hipersensibilidad sensorial en los autistas.

Este fenómeno, que convierte lo cotidiano en insoportable, es uno de los motivos por los que muchos niños y adultos dentro del espectro se aíslan o desarrollan conductas disruptivas. Y aunque el diagnóstico ha avanzado, la sociedad aún ignora la profundidad de este reto. García asegura que el autismo sin discapacidad intelectual y sin problemas de lenguaje suele pasar desapercibido, acumulando sufrimiento silencioso que se transforma en ansiedad y depresión.

Dra. Eva García
Dra. Eva García

Hipersensibilidad sensorial: el mundo visto con mil filtros a la vez

Para quienes viven con autismo, cada estímulo llega multiplicado. Un simple viaje en metro puede convertirse en una pesadilla: escuchar al vendedor ambulante, el murmullo de los pasajeros, el roce de la ropa, el calor del vagón y hasta el sudor ajeno. Todo se percibe al mismo tiempo y sin filtros. Según Eva García, esto se debe a una sobreexcitación neuronal, una “sinaptopatía” que impide regular adecuadamente los estímulos.

De ahí que algunos niños no soporten etiquetas en la ropa, rechacen el tejido vaquero y prefieran únicamente algodón o telas suaves. La explicación, lejos de un capricho, está en que su piel reacciona como si estuviera quemada. El dolor y la incomodidad son reales, aunque desde fuera parezcan simples manías. Este nivel de sensibilidad también explica por qué ciertos comportamientos, como gritos, aleteos o aislamiento, se vuelven inevitables cuando los estímulos superan lo tolerable.

Autismo
Autismo

Autismo invisible: cuando la inteligencia confunde al diagnóstico

Si bien existen casos en los que el autismo se acompaña de discapacidad intelectual, hay otros en los que la capacidad cognitiva es tan alta que la condición queda oculta durante años. García revela que una parte importante de sus pacientes adultos con autismo de alto funcionamiento son ingenieros, matemáticos o físicos. Su pensamiento lógico y estructurado les da ventajas en ciertas disciplinas, pero también los hace vivir con reglas rígidas que chocan con la ambigüedad del mundo social.

Adolescentes con esta condición suelen ser acusados de “chismosos” o “diferentes” porque denuncian lo que otros callan. Para ellos, la moral y las normas son literales: un semáforo amarillo no es una invitación a acelerar, sino una obligación de frenar. Su visión lineal los convierte en adultos íntegros, incapaces de mentir, pero a la vez en blanco fácil del rechazo escolar y laboral.

Uno de los grandes problemas es que el autismo sin rasgos evidentes suele detectarse tarde, cuando ya han aparecido otras patologías. Ansiedad, depresión y trastornos de conducta son apenas la punta del iceberg. Según advierte Eva García, no se trata de alarmar, sino de abrir los ojos de una sociedad que aún no entiende el verdadero rostro del autismo. Para quienes están dentro del espectro, la vida no es silencio ni indiferencia: es un universo de estímulos que arden, hieren y marcan cada paso. Y solo a través de la empatía y la información podrá dejar de ser un tormento oculto tras etiquetas equivocadas.