Una nueva investigación en Alemania ha dado un paso más en las entrañas del deporte. Todo el mundo sabe que hacer ejercicio es bueno para la salud e incluso muchos saben que uno de los secretos se encuentra en la mentalidad: practicar deporte es todavía más eficaz si se cree en el efecto positivo que tiene en nuestras vidas. Pero lo más sorprendente es que creer y mantener esta mentalidad provoca incluso mayor bienestar neurofisiológico que el propio ejercicio. Corpore sano in mens sana ¿o era al revés? 

Partiendo de este pistoletazo de salida, ¿pueden los amantes del deporte ser influenciados antes de iniciar su ejercicio? El estudio realizado por el psicólogo Hendrik Mothes y su equipo en la Universidad de Friburgo ha demostrado que sí gracias a la colaboración de 76 personas entre los 18 y 32 años. La prueba consistía en hacer ejercicio en una bicicleta estática durante 30 minutos tras haber separado a los participantes en dos grupos: al primero se le mostraba un cortometraje que elogiaba los efectos positivos de la bicicleta mientras que al segundo, se le mostraba justo lo contrario. A todo ello, los participantes también tenían que completar cuestionarios en donde se les preguntaba acerca de su estado de ánimo y bienestar tanto antes como después del ejercicio a la vez que se les medía el nivel de actividad cerebral. 

Una profecía y un efecto placebo

"Los resultados demuestran que creer en cuánto nos va a beneficiar la actividad física tiene un efecto considerable sobre nuestro bienestar, como una profecía autocumplida", ha asegurado Mothes. Una profecía autocumplida que también podría ser catalogada de (auto)efecto placebo. Es decir, quienes ya creen en los efectos positivos de la actividad física antes de practicarla disfrutan más del deporte, mejoran su estado de ánimo e incluso reducen más su ansiedad a nivel neuronal. Creer es poder. 

Y más allá del ciclismo, esta máxima es aplicable a otros deportes de resistencia como son correr, nadar o esquiar, según constata el psicólogo alemán. "Las creencias y expectativas podrían tener consecuencias a largo plazo, por ejemplo en la motivación para participar en actividades deportivas. Pueden ser un factor determinante de si nos podemos despertar a nosotros mismos para salir a correr de nuevo la próxima vez en lugar de quedarnos en casa en el sofá".