La salud de la reina Sofía, siempre considerada una figura de referencia dentro de la Casa Real, se encuentra en un estado cada vez más delicado. Su imagen, tradicionalmente ligada a la fortaleza y el equilibrio familiar, se ve ahora empañada por signos evidentes de fragilidad física y desgaste emocional.
A sus 86 años, la reina emérita ha comenzado a depender de un bastón para desplazarse por el interior del palacio. Aunque intenta mantener una apariencia serena en actos públicos, sus movimientos son más lentos y su energía más limitada. El desgaste no es solo físico: las tensiones familiares también le han afectado profundamente. Ver a sus hijos envueltos en controversias, como a cualquier madre, le duele en el alma. Su ilusión sería verlos completamente reconciliados antes de traspasar.

La reina Sofía, cada vez más sumida en una profunda tristeza
Las pérdidas personales también han mermado notablemente su estado de ánimo. El fallecimiento de su tío abuelo, el príncipe Miguel de Grecia, o la muerte de Juan Gómez-Acebo, han hecho mella en su estado de ánimo. Quienes formaron parte de su entorno, poco a poco van desapareciendo del escenario, quedándose cada vez más sola y aislada emocionalmente. Además, en casa tampoco recibe el apoyo que necesita. Felipe VI sigue estando muy pendiente, pero el calor de sus nietas, que ya no viven en Zarzuela, ha desaparecido.
A todo ello se suma el delicado estado de salud de su hermana, Irene de Grecia. Diagnosticada de Alzheimer hace más de un año, la tía ‘Pecu’, como la conocen en círculos íntimos, cada vez conserva menos de lo que fue. Ver como olvida recuerdos y se muestra cada vez más ausente es un dolor muy profundo para la emérita.

Victoria Federica sigue muy pendiente de su abuela
En medio de este contexto, Victoria Federica ha tomado un papel inesperado pero crucial. Nieta cercana y constante en su relación con la abuela, ha sido testigo de este proceso de deterioro desde una posición privilegiada. A diferencia de otros miembros de la familia, que acuden a Zarzuela con menos frecuencia o mantienen relaciones más distantes, Victoria ha seguido visitando a la reina Sofía con regularidad. Su presencia ha sido un consuelo para la monarca y, al mismo tiempo, la ha convertido en una especie de mensajera familiar.
Es ella quien pasa el parte a los hijos de la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin. Dos de ellos, Irene y Miguel, vieron ese deterioro el año pasado, cuando pasaron unos cuantos meses en Zarzuela. Ahora, instalados en el Reino Unido, tienen en Victoria a su confidente sobre las evoluciones de la abuela.