Fue musa, ícono y amante del rey Juan Carlos I. Hoy, apenas recuerda quién es. Nadiuska, cuyo nombre real es Roswicha Bertisha Smid Honczar, fue una de las figuras más deseadas del cine erótico español. Admirada durante décadas, terminó viviendo entre sábanas negras y delirios persecutorios. Su caída fue brutal.

En su apogeo, Nadiuska era omnipresente. Portadas de revistas, películas taquilleras, entrevistas, flashes. Pero detrás del brillo había una historia que pocos conocían. Fue una de las amantes menos conocidas del rey emérito, un romance que terminó siendo un eslabón más en la larga cadena de conquistas del monarca.

Nadiuska
Nadiuska

Fue una de las primeras amantes de Juan Carlos I

Juan Carlos I, entonces aún joven y poderoso, se fijó en ella como lo hizo en tantas otras. Seductor incansable, el rey nunca ocultó su gusto por las mujeres. Bárbara Rey, Corinna Larsen, Marta Gayà… La lista es extensa. Algunas relaciones marcaron su vida. Otras, como la de Nadiuska, se perdieron en el olvido. Al menos, para él.

Pero para Nadiuska, ese olvido fue total. Diagnosticada con esquizofrenia, su mente comenzó a deteriorarse. Dejó de ser la estrella para convertirse en un alma errante. Pasó de vivir en la exclusiva zona de El Viso a un apartamento minúsculo. Dormía con las ventanas cubiertas. “Hay personas cercanas al Rey que quieren deshacerse de mí”, llegó a decir, convencida de que su vida estaba en peligro.

Sus noches eran largas. Salía a buscar comida entre la basura, con la mirada perdida. Los vecinos del barrio de Chamberí la veían caminar en silencio. Decía que su novio era el rey Juan Carlos, pero también hablaba de mensajes de amor que le enviaba Javier Sardà desde 'Crónicas Marcianas'. Su realidad y su pasado comenzaron a confundirse.

Nadiuska
Nadiuska

Acabó en un psiquiátrico

Hoy vive en un centro psiquiátrico cercano a Ciempozuelos, bajo el cuidado de religiosas. Son ellas quienes velan por su bienestar. “Estaba desmejorada, con la mirada perdida. Iba directamente a la iglesia del centro acompañada de una monja”, relata un testigo. Otros internos cuentan que no habla con nadie, que vive aislada y que no recuerda su pasado.

No recuerda haber amado al rey. No recuerda haber sido portada. No recuerda haber sido deseada por millones. Todo está en blanco. Su gloriosa etapa cinematográfica ha desaparecido de su memoria. Lo único que queda es una figura frágil, silenciosa, escondida del mundo.

Y mientras tanto, en Zarzuela, nadie menciona su nombre. Fue parte del círculo, pero nunca formó parte de la historia oficial. Como otras mujeres que cruzaron el camino del emérito, fue borrada del relato. Aunque, esta vez, fue su propia mente la que apagó los recuerdos.