La historia de Isabel II y el príncipe Felipe comenzó en la adolescencia y se convirtió en la columna vertebral de la monarquía británica. La versión más difundida de sus primeros años juntos los presenta como una pareja sólida, pero a lo largo de las décadas surgieron rumores y controversias. El padre del actual monarca tenía una fama muy particular, por lo que no es de extrañar la información que salió a la luz. 

En el yate real Victoria y Albert, cuando Isabel II era apenas una adolescente, se cruzó con un cadete de la Real Academia Naval de Dartmouth, el príncipe Felipe. Según relatos de archivo y biografías, aquella impresión inicial dejó una huella que se consolidó a lo largo de cartas y encuentros durante la Segunda Guerra Mundial. Durante la contienda, mantuvieron un puente de comunicación a través de cartas y pequeños gestos de cercanía.

En 1946, al regresar el joven griego de una misión en la Marina, Londres y la prensa comenzaron a insinuar que entre ambos había algo más que una amistad. El matrimonio, que se selló en 1947, se dio en un contexto de posguerra y recesión económica para Gran Bretaña. Según algunas crónicas, los primeros años del matrimonio podrían haber sido relativamente tranquilos. No obstante, la vida en la corte, la Corona y la necesidad de “ser soberano” para Isabel introdujeron un nuevo equilibrio. La reina debía asumir su función política y representar a la nación ante el mundo, mientras él, como consorte, tuvo que redefinir su papel.

¿Por qué se cree que el príncipe Felipe le era infiel a Isabel II y con quién?

Con el tiempo, el primo de la reina Sofía tuvo que renunciar a la Marina para convertirse en el consorte real. Esa transición, que supuso renunciar a sus ambiciones profesionales, dejó huellas. A partir de la década de los cincuenta, los comentarios comenzaron a aflorar con insistencia. Se dijo que el royal, atrapado en un rol que no le dejaba libertad, podría haber buscado compañía fuera de los límites del palacio.

A partir de 1956, algunas voces afirmaron que el padre de Carlos III habría sido infiel a su mujer. Sus defensores sostenían que esos rumores eran simples conjeturas. Los biógrafos, sin embargo, coinciden en señalar que, si bien hubo deslealtad, se trató de un fenómeno distinto. El príncipe habría aprendido a ser más discreto y a limitar sus encuentros a círculos sociales relativamente cerrados, donde la prensa tendría menos posibilidad de testigos y sobornos.

Entre las fuentes que han reabierto el debate está Andrew Lownie, autor de un libro en el que se retoma la figura del que fuera duque de Edimburgo y parte de su vida personal. En ese texto, Lownie señala su relación con Susan Mary Wright. Según estas versiones, lo suyo habría ocurrido décadas antes de los matrimonios de sus hijos (Andrés de York y Sarah Ferguson). Una de las anécdotas que destaca es una imagen que muchos consideraron inadmisible, dada la presencia de Isabel II. Y es que el príncipe Felipe y Susan se convirtieron, 20 años después de su supuesto romance, en consuegros. Compartieron un carruaje a la salida de la boda de sus respectivos hijos. Esta es solo una de todas las aristas que se le atribuyen a la vida amorosa del esposo de la reina.