La ciudad de Nueva York ha recibido este miércoles 4 de junio a una figura que encarna el futuro de la monarquía española: la princesa Leonor. Tras meses de instrucción militar a bordo del Juan Sebastián Elcano, la heredera culminará su travesía transoceánica con su última escala antes de regresar a España. En total, la heredera ha recorrido 17.000 millas náuticas a bordo del buque escuela, en la que ha sido una de las etapas más duras de su vida.
Pero lo que debía ser una celebración familiar y nacional ha quedado ensombrecido por una ausencia notoria: la de su abuela, la reina emérita Sofía. Lejos de lo que apuntaban algunos rumores, la presencia de la madre del rey Felipe VI ha sido descartada.

Leonor no quiere que la reina Sofía la reciba en Nueva York
La decisión no responde a cuestiones logísticas. Habría sido la propia Leonor quien ha rechazado expresamente que Sofía estuviera presente en su recibimiento. Un gesto que refleja una nueva fractura personal dentro de la Casa Real que se intenta maquillar públicamente.
Mientras desde la Casa Real se organiza un despliegue mediático para cubrir el desembarco de la princesa, con cámaras, periodistas y un equipo de comunicación especialmente desplazado a Estados Unidos, los focos también apuntan a lo que no se verá: el encuentro entre generaciones que no ha tenido lugar.

Relación completamente nula
La fractura, en realidad, no es nueva. La relación entre Leonor y Sofía, más que fría, es prácticamente inexistente. Más allá de los saludos públicos o alguna fotografía en Mallorca, apenas han compartido momentos personales. La distancia emocional entre ambas ha sido evidente durante años, y este episodio en Nueva York no hace más que confirmar lo que se rumorea en círculos internos: Leonor no siente afecto ni vínculo real con su abuela.
Para la futura reina, la monarquía debe alejarse de los gestos sin sentido y representar algo más que un paripé para la prensa y para España. Por eso ha dejado claro que no quiere participar en montajes familiares que no reflejen su realidad emocional. Y no quería ser recibida por su abuela Sofía, a quien no considera una persona importante en su vida. La princesa opinaba que su presencia no tendría sentido si la relación familiar no es auténtica.
Cabe decir que a Sofía tampoco le hacía mucha ilusión acudir a la bienvenida de su nieta. Son muchas las ocasiones en las que se ha vetado su presencia, como en la graduación de la infanta Sofía, y no quiere que sean su hijo y su nuera quienes decidan a dónde puede o no ir.