Alemania en estado de shock. La policía ha desmantelado un intento de golpe de estado por parte de un grupo ultra. Hay 25 detenidos, acusados de conspirar para acabar con el gobierno democrático de la República Federal. Pero si la sorpresa e indignación no fueran bastante potentes, la guinda ha llegado al saberse de la identidad de uno de ellos: todo un miembro de la realeza (sin corona) de aquel país. ¿Ernesto de Hannover? No, frío, frío. Es mucho más desconocido para nosotros, aunque los alemanes ya conocían sus polémicas: el príncipe Heinrich XIII, de la Casa Reuss-Greiz.

La fiscalía federal no tiene ningún tipo de dudas: el golpe es un movimiento de la extrema derecha, la ideología que abraza este príncipe de 71 años. Formaba parte de un grupo denominado como Unión Patriótica, y su revuelta no iba a ser lirista ni buen rollista: iban a por todas, con la violencia como arma para conseguir sus objetivos. La detención se ha producido en la ciudad de Frankfurt, donde tiene una vivienda y una oficina profesional. El aristócrata iba a ser una pieza importante en este hipotético nuevo gobierno alemán que acabaría con el Bundestag y el resto de instituciones democráticas, aparte de haber realizado una importante tarea de recogida de fondos para financiar las actividades de la banda.

Heinrich XIII detenido Instagram
Detención del príncipe Heinrich XIII / Instagram

El tal Heinrich es un personaje en mayúsculas. Hace unos meses agredió a un reportero de prensa que grababa su encuentro con el alcalde de una localidad de Turingia donde posee un castillo y un pabellón de caza. Un angelito. Lo que nadie esperaba es que el hombre tuviera unos deseos tan altos y tan brutales. Y mira que incluso sus congéneres de la Casa de Reuss-Greiz emitieron un comunicado demoledor: "Es un anciano confundido, atrapado en teorías conspirativas erróneas. Hace 14 años que abandonó la familia y no hemos tenido más contacto directo con él". Heinrich tenía malas compañías, con los que planeaba secuestros y asesinatos, según las autoridades. Ya habían comprado armas y municiones para llevarlo a cabo. El hombre abrazaba las tesis ultras que no reconocen la soberanía actual de Alemania, junto con una jueza y ex miembro del Bundestag y un paracaidista retirado. Todos ellos formaban el núcleo duro del plan.

Heinrich es descendiente de la Casa que existió en Alemania desde el siglo XI hasta la abolición de la monarquía en 1918, con el final de la Primera Guerra Mundial. La nostalgia es la constante de esta rama royal, todos se llaman Heinrich en honor a Enrique VI, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, de donde venían sus títulos, tierras y riquezas, como recuerda Vanitatis. Este, en concreto, aparte de nostálgico era un delirante. Y un peligro público. Afortunadamente dormirá en un calabozo esta noche y, muy probablemente, en una prisión durante una temporada. Cambiará su castillo por una celda de tres por tres. Cosa que, seguramente, no hará cambiar su concepto de la democracia, la libertad y su propio país. Pero vaya, que eso de ser príncipe sin corona debe ser muy duro de asimilar. Así ha acabado.

Golpes de estado y monarquía... Vaya, este binomio nos suena de algo. Debe ser una impresión equivocada, claro.