El regreso del príncipe Harry al Reino Unido se ha convertido en un verdadero terremoto mediático. El duque de Sussex, quien aterrizará en Londres el próximo 8 de septiembre para asistir a la entrega de premios WellChild, parece decidido a reescribir las reglas del protocolo real. Pero lo que en un principio parecía la oportunidad perfecta para un reencuentro con Carlos III tras varios años de distanciamiento, se ha transformado en un pulso que amenaza con fracturar aún más a la Casa Windsor.

Las fuentes cercanas al príncipe aseguran que este regreso no será sencillo. Harry habría puesto sobre la mesa una lista de condiciones insólitas para sentarse frente a su padre, entre ellas el reconocimiento de Meghan Markle como “Su Alteza Real”, con el protocolo de reverencias incluido. Una exigencia que no solo habría dejado en shock al Palacio de Buckingham, sino que también avivó el fuego de su eterna rivalidad con el príncipe Guillermo.

Condiciones del príncipe Harry: seguridad, prensa controlada y Meghan en el trono simbólico

Los pasillos de Buckingham retumban con los rumores de las tres demandas del duque. La primera, la más previsible, es la seguridad total para él y su familia, un asunto que ha defendido incluso en los tribunales británicos. Harry insiste en que no pisará suelo británico sin la protección policial que considera indispensable. La segunda exigencia es aún más polémica: el control de la prensa. Harry desea que cualquier encuentro con su padre sea coordinado directamente por el palacio, sin filtraciones, sin fotos improvisadas y mucho menos titulares hostiles.

En otras palabras, exige que los mismos medios que lo han atacado durante años queden bajo la lupa del monarca. Pero la tercera condición es la que ha levantado verdaderos muros en la familia real: que Meghan Markle sea tratada como Alteza Real. Esto implicaría que los ciudadanos británicos—incluido el personal de la Casa Real— deberían rendirle honores protocolares. Una idea que, según fuentes internas, el príncipe de Gales rechaza completamente.

El pulso entre hermanos y la amenaza de una reconciliación imposible

“Para Guillermo, es un rotundo no”, aseguran quienes conocen las conversaciones. El heredero al trono no está dispuesto a ceder ni un milímetro en cuanto al reconocimiento de Meghan en el Reino Unido. Su relación con la duquesa de Sussex sigue marcada por reproches, silencios incómodos y un resentimiento que no parece tener vuelta atrás. Por su parte, Carlos III se encuentra en una encrucijada.

El rey, que atraviesa un delicado proceso de recuperación tras su diagnóstico de cáncer, desea reencontrarse con su hijo menor. Sin embargo, teme que aceptar estas demandas sea percibido como una humillación frente a los sectores más conservadores de la familia y de la opinión pública británica. “Harry ofrece la reconciliación, pero a un precio. Y ese precio incluye que toda la familia real se incline ante Meghan”, confiesan allegados al soberano. El calendario no hace más que aumentar la tensión: la reunión coincidiría con el tercer aniversario de la muerte de la reina Isabel II, un recuerdo que aún late con fuerza en el Reino Unido. La pregunta es clara: ¿será un homenaje a la memoria de la difunta monarca o un nuevo capítulo de división en la corona británica? Solo el tiempo lo dirá.