Publicar la verdad de la Casa Real no es fácil. Por eso tan pocos medios lo hacen. Iñaki Gabilondo acaba de explicárserlo a Mercedes Milá: hay toda una generación de políticos y periodistas, como él, que ha quedado manchada por cómo ocultaron, taparon y silenciaron lo que sospechaban o sabían: el papel lamentable, corrupto y semi delictivo del rey Juan Carlos. Ahora se sabe una gran parte: que el jefe del Estado hacía negocios con el cargo, que era comisionista, que cobraba millones sin contrato, en negro y escondidos de Hacienda, que era adúltero, infiel y mentiroso. Que no respetaba a nada ni a nadie. Y quién lo publicó primero, en el año 2012 cuando el rey era intocable, fue una escritora y periodista, valiente y catalana, Pilar Eyre. Ahora ha escrito un nuevo prólogo a aquel libro que se vuelve a editar, La soledad de la reina, donde explica todas las consecuencias personales que le comportó aquello. Destaca una llamada de teléfono de Zarzuela. Como la mafia.

Felipe llamada de teléfono GTRES
Felipe llamando por teléfono, GTRES

Zarzuela no pone querellas, no hace desmentidos, pero sí que utiliza el teléfono con los periodistas que no son afines. Muy excepcionalmente, eso sí, pero llama o envía mensajes de texto. A Pilar Eyre la llamaron y en el nuevo prólogo explica el contenido de la llamada intimidatoria, casi amenazante, anunciándole lo que después le caería a la autora. Desde inspecciones sorpresa de Hacienda a echarla de sus trabajos o negarle entrevistas promocionales que ya tenía pactadas con grandes medios de comunicación. Esto pasaba hace cuatro días, en 2012. La llamada fue así:  "A las nueve de la mañana del lunes 16 de enero de 2012 sonó mi teléfono. Un número que no conocía. Como ese fin de semana había recibido algunas llamadas en tono amenazante, sentí cierto temor. “¿Señora Eyre?” “Sí”. “Le llamo de Casa Real. Un momento que le paso”. Y se oyó una música. Creo que era Vivaldi".

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Juan Carlos en el teléfono, GTRES

El siguiente párrafo de cómo Zarzuela intimida a periodistas es Historia de España:"Tuve esa llamada de Zarzuela. Por supuesto, después de la música de Vivaldi no se pusieron ni Sofía ni Juan Carlos, sino un funcionario que hablaba en su nombre. Me reprochó que por mi culpa el Señor y la Señora estuvieran tan disgustados. eso no se hace, ¡y de esa manera! Si nos hubieras consultado te habríamos facilitado documentación, te hubiéramos puesto en contacto con las personas adecuadas…” Yo intentaba hablar, pero él insistía, quejoso “muy mal todo, tenemos el libro aquí, en la Casa, y nos hemos llevado una impresión horrible”. Al fin pude preguntarcon un hilo de voz “pero, a ver, ¿he mentido?” “Hombre, mentir, no, pero se podía decir de otra manera, es que es un trallazo, ¡lo de las 1.500 amantes! ¡y el episodio en el que la reina encuentra al rey en Toledo!”. Al final se calló y yo pude plantearle la cuestión que verdaderamente me preocupaba: “y ahora ¿qué vais a hacer?” Y arrancó a hablar de esa forma ampulosa y enfática que adquieren las personas que están en contacto con la familia real, muy pagados de sí mismos, como si formaran parte de una casta exquisita, “no vamos a prohibir el libro, porque aquí, en esta Casa, se está por la libertad de expresión, pero queríamos que supieras que no nos ha parecido bien y que estamos muy disgustados”. Colgué algo preocupada, preguntándome qué me habían queridodecir en realidad con ese mensaje. Lo supe muy pronto".  Lo que quisieron Juan Carlos y Sofía, a través de un representante, fue advertir a Eyre de lo que estaba a punto de caerle encima.

Reina Sofía EFE
Reina Sofía EFE

El prólogo que ha escrito Pilar Eyre es una pieza magistral de la Historia de España, de cómo la corrupción adquiere varias formas, como hacer despedir a Pilar Eyre o poner a todo un ejército de periodistas pelotas a vejarla y a negar lo que ahora ya se sabe que era cierto: Sofía era una cornuda, el rey tenía decenas de amantes y aquella casa es un nido de corrupción. También ahora, que Sofía tira de las tarjetas black, sin declarar, de su todavía marido. Hay que leer este prólogo imprescindible y que sirva de excusa para descubrir o volver a leer un gran best seller de no ficción. Zarzuela presionó para que La soledad de la reina se convirtiera en "la soledad de Pilar Eyre" y ha acabado haciéndose justicia: todo ha acabado en "la soledad de Juan Carlos".