La reina Letizia desprende una imagen de persona controladora. Le gusta siempre tener controlados todos los detalles. No deja nada al azar. Lo tiene siempre todo muy bien calculado. O, al menos, eso pretende. Una personalidad que arrastra desde hace años. Quienes la conocieron en sus años de juventud, especialmente en la universidad, la recuerdan por ser ambiciosa al límite, fría en el trato y con fama de hacer lo que fuera necesario para salir adelante.

Algunos excompañeros de clase relatan que la futura reina no encajaba del todo con el resto de estudiantes. Era reservada, distante y siempre parecía tener un plan más allá de las aulas. No estaba allí sólo para aprender periodismo, sino para posicionarse. Según varios testimonios recogidos en distintos blogs y foros, su verdadera meta era relacionarse con las élites, y para eso estaba dispuesta a cualquier sacrificio.

Letizia en la universidad

La ambición siempre ha definido a la reina Letizia

En este sentido, es como si la consorte siempre hubiera querido huir de su pasado extremadamente humilde. Los Ortiz Rocasolano no nadaban precisamente en la abundancia. Jesús Ortiz, su padre, tenía trabajos esporádicos en medios locales, mientras que Paloma Rocasolano, su madre, trabajaba como enfermera. Las estrecheces económicas marcaban el día a día. Según relató su primo David Rocasolano en si libro 'Adiós, princesa', en su casa hacía tanto frío en invierno que las niñas se envolvían en edredones con calcetines gruesos hasta las rodillas, y comían casi siempre acelgas, lo más barato del mercado. Por eso en su barrio llegaron a apodarlos como “los acelgas”.

Pero lo más cruel que recuerdan algunos compañeros de facultad es el mote que se ganó por su aspecto físico: “la mellada”. Al parecer, Letizia tenía problemas dentales visibles. Y ya de joven le faltaba un diente. No fue hasta que empezó a trabajar como periodista que se pudo costear tratamientos estéticos. Los implantes, carillas y ortodoncia llegaron después, gracias a sus ingresos profesionales y, más adelante, a su posición en la Casa Real. Antes de eso, no había dinero ni para una simple ortodoncia.

Reina Letizia

Al final consiguió su objetivo: llegar a lo más alto

A esa fama se sumaba su actitud. Muchos la veían como calculadora y capaz de dejar atrás cualquier relación si no le aportaba un beneficio. En ese entorno académico, donde la mayoría luchaba por abrirse camino en el periodismo, ella destacaba por una actitud más fría y enfocada. Siempre iba un paso por delante. Algunos recuerdan que no tenía reparos en competir ferozmente por becas, contactos o prácticas, aunque eso supusiera perjudicar a otros.

Hoy, esa joven que no podía permitirse arreglarse los dientes es una de las mujeres más poderosas de España. Desde la Casa Real se ha intentado suavizar su carácter, hacerla más próxima, más cálida. Pero según quienes la conocieron desde joven, Letizia siempre fue así: perfeccionista, exigente y, sobre todo, decidida a llegar hasta lo más alto.