Los Borbones están tan mal avenidos que ya sólo se reúnen por una razón. Ni por los cumpleaños, Navidad o abrir la legislatura. Se ven cuando muere uno. La última ha sido la infanta Pilar y el funeral real todavía no tenía el análisis experto de Pilar Eyre. En su blog de Lecturas ha repasado el papelón de cada uno y aporta noticias que no se habían publicado. La foto más bestia es esta:

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Letizia huraña como un palo y sus cuñadas Cristina y Elena mirándola con cara de no soportarla. Todo tiene una explicación. Letizia finge ser católica pero conserva la tendencia atea. Escribe Eyre: "Cuando Felipe y Letizia entraron en el templo, la gente se puso de puntillas para ver ese reencuentro y se oyó un murmullo cuando Felipe se persignó y la reina no lo hizo". Letizia no hace la señal de la cruz como el rey entrando en la iglesia. No hay que insistir en que Letizia no cree en Dios. La prueba es que interrumpió un embarazo.

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Letizia se tensiona en las iglesias, como en Palma cuando hizo la pared entre sus hijas y Sofía, y ahora ha vuelto a hacer de barrera humana: "Juan Carlos dirigió a su hijo una mirada suplicante conminándole a saludar a Cristina. Llamó la atención el rostro desencajado y la delgadez de Juan Carlos, que bailaba dentro de su abrigo. Tremenda pérdida de peso debida quizás a que ya no toma cortisona. Doña Sofía sacó a pasear su impávida sonrisa profesional mientras Cristina espiaba de reojo la reacción de su hermano. ¡Ese saludo hubiera significado tanto para ella!".

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Juan Carlos está efectivamente muy delgado, cadavérico para lo que estamos acostumbrados. Eyre lo atribuye a que se ha desinflado dejando la cortisona. Pero su cara es preocupante. "Es consciente que le queda poco". Y Letizia lo empeoró: "Cuando Felipe iba a abrazar a sus hermanas, primero a Elena, que ya adelantaba el rostro, después a Cristina, que sonreía ilusionadamente, se interpuso en su camino Letizia haciendo de barrera humana, impidiendo el paso a su marido. La reina le plantificó dos besos a Beatriz, dio ostentosamente la espalda a sus cuñadas, y se dirigió con paso firme a su reclinatorio, lo que obligó a su marido a seguirla con una sonrisa de disculpa: "Papá, yo quería... pero no he podido". Letizia vuelve a marcar territorio y Felipe vuelve a hacer al calzonazos. Y Juan Carlos languidece ante todos.