En los años 80, cuando la monarquía española vivía sus años de grandeza, cuando todo el mundo les reía las gracias y se les hacía genuflexiones a cada paso que daban, había una serie en Televisión Española que se llamaba Anillos de oro. Ana Diosdado e Imanol Arias al frente de un bufete de abogados especializados en casos de divorcio. Los Borbones no lo necesitaban, todo era de color de rosa en la Corona.

Pero ahora, Lola y Ramón, los protagonistas de aquella serie, no tendrían horas suficientes para hacer frente a todas las crisis matrimoniales que hay en torno a la familia real. Una vez se abrió la veda con la separación de la infanta Elena y Jaime de Marichalar, la degeneración en las parejas de sangre azul españolas no tiene traba. Parecen fichas de dominó.

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La infanta Cristina y Urdangarin no se han separado, pero la estancia en la prisión y el caso Nóos pasará una factura difícil de reparar. Los reyes eméritos siguen haciendo el papelón porque después de todo lo que ha pasado Sofía, si ya no se ha divorciado del campechano Juan Carlos, no lo hará nunca. Camas separadas, alguna foto junta y tira que te vas. Ya veremos qué pasa con Felipe y Letizia, por mucho que ahora se nos venda la moto que viven una segunda luna de miel. La que ya no hay por donde cogerla es la relación del primo hermano de Felipe con su mujer.

Juan Gómez-Acebo, hijo de la infanta Pilar, sobrino de Juan Carlos y primo del rey Felipe y las infantas, se separa. Después de cinco años casado con la norteamericana Winston H. Carney, la relación de había ido deteriorando, tal como explica Vanity fair, hasta el punto de haber decidido separar sus caminos. Quien se considera el sobrino bohemio del rey emérito, se enamoró de esta diseñadora de interiores y profesora de Pilates, y aunque vivían en países diferentes, no fue impedimento para que fueran pareja y tuvieran un hijo: "Han luchado mucho, pero no ha podido ser", dice su entorno. "Llevaban tiempo luchando por el matrimonio, pero al final era insostenible. La incompatibilidad de caracteres era absoluta", explica la revista. Seguro que en Zarzuela alguien con buen ojo habrá empezado a escribir en alguna pared: "Cuando las barbas de tu vecino veas afeitar...".