El azote de Zarzuela se llama Jaime Peñafiel: "Soy viejo y rico, por tanto: peligroso". El decano de los cronistas reales ha sido trending topic esta semana (si él sabe qué son las siglas TT) por una entrevista donde revelaba el complot de Felipe y Letizia para hacer abdicar a Juan Carlos. En su columna del diario El Mundo explica la segunda parte de la entrevista. Si hace dos días Peñafiel decía "En la Casa Real no le gusta la crítica y sé que he escrito cosas que no les han gustado. Pero ya me da igual". Ahora explica una anécdota reveladora de cómo Juan Carlos se vengó de Peñafiel en un viaje oficial a Nepal. Era noviembre de 1987.

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Imaginamos un avión oficial español, de los que se averían a menudo por falta de recursos para comprar nuevos, o peor, un aeroplano de las líneas aéreas nepalíes. El monarca español sobrevuela el Himalaya con su séquito y algún periodista que cubría el viaje. Jaime Peñafiel viaja a bordo. "Ese día se pusieron de manifiesto los caprichos aéreos del Emérito". Juan Carlos quiso subir al punto más alto del planeta: el Everest. Pero no a pie. Su cadera no se lo permitiría. Quería hacerlo volando, por debajo de la cumbre para contemplar las vistas. "Para ello tuvo que pedir permiso a su anfitrión, el rey Birendra. Lógicamente se lo concedió, aunque se rumoreaban las dificultadas atmosféricas. Nos dispusimos a vivir la más arriesgada experiencia de nuestras vidas". El pánico y el sudor frío se perciben 30 años después de aquel vuelo. "Yo era uno de los periodistas que le acompañaban, no sólo intentando volar por debajo de los 8.848 metros del Everest, sino a la mínima velocidad cono el fin de poder contemplar cono todo detalle el Himalaya".

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Lo peor todavía estaba por llegar: el rey quería pilotar la aeronave: "Se nos pusieron los pelos de punta cuando el comandante, con toda la intención, informó por la megafonía que "el Rey ha decidido coger los mandos y llevar personalmente el avión". Peñafiel vio pasar su vida en un segundo. El final de la anécdota es revelador de lo que ha sido la abdicación de Juan Carlos, hacerle creer que la decidió él: "Nada más aterrizar, le pregunté si era verdad que Don Juan Carlos  había pilotado. Me miró y sonriendo socarronamente respondió: "¡Eso creía él!". Juan Carlos recordó lo que explica la película "Viven" del accidente aéreo en los Andes de 1972: etsrellarse en la nieve, sobrevivir al accidente y comerse a Peñafiel.