La infanta Cristina está terminando las inacabables obras de reforma del piso de lujo de la Avenida Pedralbes cerca de la Cruz de Pedralbes, su primera residencia en España desde que se marchó al exilio por la imputación con su marido por el caso Noos. Cristina abandonó la mansión de Pedralbes que originó la ruina familiar. Nadie se explica por qué el matrimonio se embarcó con el Instituto 'sin ánimo de lucro' Noos, con despacho en la calle Balmes para hacer negocios y poder pagarse una casa cerca del consulado de los EE.UU. que valía una fortuna, unos 6 millones de euros. Hubiera bastado que Juan Carlos pagara y ya estaba arreglado. Pero Iñaki Urdangarin se quiso hacer el milhombres, el listo de los yernos, mientras Jaime de Marichalar era un zángano, vividor y aristócrata venido a menos. El resultado es conocido de todos: Iñaki encerrado en una prisión de mujeres, Cristina exiliada en Suiza y desposeída del título de duquesa de Palma, los cuatro hijos esparcidos por el continente, alguno en manos de psicólogos como Juan, y la familia Urdangarin con ganas de calar fuego a la Zarzuela, con Juan Carlos dentro.

Han pasado 15 años y ahora todo ha cambiado: Iñaki vive con otra mujer, Cristina exhibe soltería y Barcelona es el único lugar donde la infanta se ve viviendo en un futuro. El digital Mujer hoy explica:: "Queda ya poquísimo para que la infanta Cristina tenga listo su piso en Pedralbes, ese refugio en su barrio favorito donde recalar cada vez que viaje a España. Puede que hasta Pablo Urdangarin y su novia Johanna Zott puedan, también, ocuparlo, reeditando una feliz vida familiar que se rompió en 2009". Cristina sigue ofreciendo aquella imagen que la identificó durante años: la infanta medio catalana, empleada de La Caixa, con el marido y el hijo en el Barça y los niños yendo en bici por el carril de la acera central de la Diagonal. Siempre sin salir de Pedralbes. En realidad era una impostura. Las hermanas del rey tienen que crearse un personaje: Elena la medio andaluza, casándose en Sevilla y amante de los toros, cuando es más madrileña que un chotis. Y Cristina haciéndose la catalana cuando en realidad odia la lengua catalana, como reveló un alto directivo de TV3, Joan Granados, por una conversación privada entre ambos en el único día que Cristina visitó TV3, no para una entrevista sino para recibir honores de la tele de la Generalitat.

Joan Granados: "Cuando yo llevaba 8 años en la CCRTV llamo a otro directivo, Jaume Ferrús y le consulto si estaba de acuerdo con mi idea: la infanta Cristina vive en Barcelona, trabaja en La Caixa, invitémosla a visitar la televisión. En aquel momento era la mejor TV de Europa técnicamente. Le envié a la infanta una carta, nos dijeron que sí. El día de la visita yo lo espero en la puerta de TV3 con un ramo de flores, la recibí, le abro la puerta y le digo 'Estamos tan satisfechos que esté aquí...' y me contestó con un tono elevado '¡En español por favor'!. Granados intentó hacer entender a la infanta, que vivía en Catalunya, que en Catalunya se habla catalán: "Yo me quedé... La llevé dentro y le digo 'Señora, aquí se habla en catalán, lo tiene que entender' y ella levantando la voz dice '¡Le he dicho que en español, por favor!'. Levantándole la voz como si el conserje de Avenida Pedralbes le dijera en catalán "Senyora li ha arribat un paquet". El problema no era que no entendiera el catalán, lo entiende perfectamente, sino que considera de mala educación dirigírsele en lengua catalana por ser infanta de España. Esta es la verdadera cara de Cristina, tan catalana como Inés Arrimadas.