Las finanzas opacas del rey Juan Carlos I siguen generando escándalos que salpican a toda la Casa Real. Lo último en conocerse apunta directamente a la actual reina consorte, Letizia Ortiz, quien, según fuentes cercanas a la familia, habría recibido en mano grandes cantidades de dinero en efectivo directamente del emérito. No eran transferencias, ni tarjetas: eran fajos de billetes entregados en mano para que Letizia pudiera ir de compras con total libertad y sin dejar rastro.

En el interior del Palacio de la Zarzuela, Juan Carlos disponía de una máquina profesional para contar dinero, similar a las que se utilizan en bancos. El dispositivo no estaba allí por casualidad: servía para gestionar ingresos millonarios en metálico, muchos de los cuales, presuntamente, procedían de donaciones extranjeras y transferencias no declaradas que llegaban al país bajo el manto de la llamada “protección diplomática”. Este mecanismo le permitía introducir dinero en España sin los filtros habituales de la Agencia Tributaria.

Juan Carlos I

Juan Carlos I metía en España fajos de billetes sin justificar

Se estima que el emérito llegó a mover hasta cinco millones de euros en efectivo. La “protección diplomática” de la que disfrutaba le permitía pasar ese dinero por la aduana. Posteriormente, los billetes eran guardados en compartimentos ocultos dentro de su residencia.  Parte de ese dinero no se destinaba solo a sus gastos personales, sino también a los de algunos miembros de la familia real.

Juan Carlos en el avión

Fuentes internas aseguran que Letizia tenía acceso a esos sobres repletos de billetes, sin justificación alguna ni constancia oficial. Y que ese dinero era usado en tiendas de alta gama, especialmente en la exclusiva calle Serrano de Madrid, donde la reina realizaba compras de lujo con total discreción. Ropa, bolsos, joyas... todo al margen de cualquier control fiscal o administrativo.

Letizia tenía al alcance el dinero ilícito de Juan Carlos I

Aunque no existen pruebas concluyentes de que Letizia supiera que esos fondos tenían un origen ilícito, resulta difícil pensar que ignorase por completo su procedencia. Los pagos eran en efectivo, siempre alejados de los registros, y no existían justificantes.

Felipe VI ha intentado cortar con ese pasado. El punto cumbre, cuando en 2020, el rey anunció públicamente su decisión de renunciar a la herencia de su padre, así como a cualquier vínculo económico con sus antiguas cuentas en el extranjero. Sin embargo, es inevitable que el lastre del emérito siga afectando la imagen de la monarquía.