Juan Carlos I se encuentra estos días tomando decisiones que podrían ser definitivas en lo que le resta de vida. El rey emérito, cuyo estado de salud es muy delicado, sabe que el tiempo se le acaba. Y quiere pasar sus últimos días en este mundo de la mejor manera posible.
En este contexto, el ex monarca ha tomado la decisión de abandonar Abu Dabi. En agosto se cumplirían cinco años desde su exilio forzado a los Emiratos Árabes. Y aunque allí cuenta con todas las comodidades que necesita y con la asistencia de los mejores profesionales, está harto del calor y de tener que coger un avión durante más de tres horas cada vez que quiere viajar a Ginebra o a España. Cosa que cada vez ocurre con más frecuiencia.
Juan Carlos I quiere dejar Abu Dabi
Es por eso que Juan Carlos y su entorno están preparando su traslado a Cascais, en Portugal. Allí estaría cerca de Madrid, en caso de tener que ser trasladado de urgencia, así como de Sanxenxo, el lugar en el que es más feliz en la actualidad. Allí comparte tiempo con sus amigos de toda la vida, sus más íntimos y fieles. Especialmente con Pedro Campos, su anfitrión cada vez que se desplaza a la localidad gallega.

De hecho, según apuntan fuentes cercanas a Casa Real, Juan Carlos I ha aprovechado este fin de semana para hacer una escapada a Sanxenxo y disfrutar de su gran pasión: las regatas. El padre del rey quería ir a la cena de celebración del cumpleaños de la infanta Cristina este viernes, pero Felipe VI no le dejó, así que decidió viajar directamente a Sanxenxo para estar el fin de semana.. Allí ha pasado muy desapercibido, nadie ha alertado de su presencia. Todo el mundo está pendiente del embarque de la princesa Leonor en el Blas de Lezo o de la visita de Felipe al ejército del aireAsí, Juan Carlos ha podido disfrutar de un fin de semana especialmente agradable junto a sus personas de confianza.
Fin de semana en Sanxenxo
Aprovechando su presencia en España y como suele ser habitual cada vez que ocurre, la infanta Elena se ha desplazado al lugar para compartir unos momentos con su idealizado padre. Una infanta Elena que ha sido testigo del delicado estado de salud en el que se encuentra el emérito y que le ha obligado a adaptar el Bribón para que pueda subir y navegar.

Un escenario que Elena le ha trasladado a su hermano Felipe VI. La infanta lleva tiempo advirtiendo al rey del deterioro del emérito y de la necesidad de que se pueda quedar en España para no empeorar o, al menos, evitar que le pase algo y fallezca fuera de la que considera su patria, lo que no dejaría de ser un escándalo y una vergüenza para la monarquía española.