La reina Sofía atraviesa uno de los momentos más difíciles de su vida. Su hermana, Irene de Grecia, conocida cariñosamente como la tía Pecu, se encuentra en un estado delicado. Su salud se apaga poco a poco. Apenas habla. Apenas reconoce rostros. Su deterioro físico y mental es evidente y preocupa a toda la familia real.
Algunos medios aseguran que Irene sufre Alzheimer desde hace más de un año. No existe confirmación oficial, pero el avance de la enfermedad parece imparable. La reina emérita, con 86 años, se ha convertido en la principal cuidadora de su hermana. Sofía pasa noches enteras en vela. Permanece sentada a su lado, en silencio, vigilando cada respiración. Su trono es ahora una silla junto a la cama.

La infanta Cristina no se separa de la reina Sofía
En este contexto sombrío ha surgido una inesperada compañía: la infanta Cristina. La hija menor de Sofía, siempre discreta y en segundo plano, ha dado un paso al frente. Ha decidido acompañar a su madre en este duro trance. Se ha instalado en Zarzuela, transformando la residencia real en un refugio íntimo y familiar. Al fin y al cabo, Irene también es muy importante para ella. Pasó a su costa boina parte de su infancia.
Durante el verano, Cristina ya demostró una atención especial hacia su madre y su tía. Canceló un viaje privado que tenía previsto fuera de España. Quiso estar cerca, pendiente de cualquier novedad. La infanta Elena también ha estado presente en algunos momentos, pero ha sido Cristina quien se ha mantenido más constante, mostrando una cercanía que ha sorprendido a muchos.
En Zarzuela, Cristina lleva una vida silenciosa. Pasa tiempo con su madre, escucha, comparte confidencias. No se trata de compromisos institucionales, sino de un gesto personal, íntimo, de hija a madre. Para Sofía, que soporta el dolor de ver a su hermana deteriorarse, la presencia de Cristina es un apoyo fundamental.

La reina Sofía no sale de Zarzuela desde la recepción de Marivent
La reina emérita solo ha abandonado Madrid en una ocasión reciente. A principios de agosto viajó brevemente a Marivent, donde cumplió con la tradicional recepción estival. Fue un posado breve, un saludo formal y nada más. Al terminar, pidió regresar cuanto antes a Madrid. Desde ese momento no se ha separado de Irene. El deber institucional quedó en segundo plano frente a la realidad de la familia.
La infanta Cristina continúa en Zarzuela, firme en su decisión de no fallar a su madre. Su vida personal ha quedado aparcada. Ha cambiado su rutina y su residencia por estar al lado de Sofía. En este escenario tan duro, la presencia de su hija menor se ha convertido en un alivio para Sofía. Una muestra de unidad y afecto en uno de los capítulos más tristes para la Casa Real.