Ni vacaciones ni tregua. El verano ha empezado mal para Iñaki Urdangarin y su hija menor, Irene. Lo que podría haber sido un reencuentro reparador ha terminado siendo un nuevo episodio de ruptura emocional entre padre e hija. El motivo: la presencia de Ainhoa Armentia en la vida de Iñaki.

Tras un año fallido en Oxford, Irene se ha enfrentado por primera vez a las consecuencias de sus decisiones. No ha aprobado, no ha encontrado su sitio, y comienza a reconocer que ha malgastado tiempo, oportunidades y dinero. La cifra invertida por su abuelo, más de 40.000 euros, pesa ahora como una losa sobre su conciencia. Y con esa sensación de fracaso personal, Iñaki ha intentado un acercamiento.

Irene Urdangarin e Iñaki / Europa Press
Irene Urdangarin e Iñaki / Europa Press

Irene Urdangarin sigue sin querer saber nada de Ainhoa Armentia

El ex jugador de balonmano, con la intención de animar a su hija, le ha propuesto pasar juntos algunos días este verano. Sin embargo, Irene mantiene su posición firme respecto a la nueva vida de su padre: no quiere saber nada de Ainhoa. Lo que para él es normal, para Irene sigue siendo una provocación. No la acepta, no la tolera y no quiere verla. Y no quiere saber nada de pasar tiempo con su padre si está Ainhoa.

Ya ha habido desencuentros como este en el pasado. Cuando Irene empezó el curso en Oxford, Iñaki quiso ir a verla. Pero cuando la joven vio a su padre aparecer con Armentia, la tensión estalló. Irene reaccionó con frialdad. No hubo margen para negociar. El mensaje fue directo y tajante. Y aunque Iñaki intentó calmar la situación, no logró nada. Herido, optó por regresar a Vitoria con su pareja, dejando atrás un nuevo desencuentro familiar.

La brecha generacional y emocional se hace más evidente cada día. Mientras el ex duque de Palma busca rehacer su vida sentimental y construir una nueva normalidad, su hija se resiste a validar una historia que, para ella, representa la ruptura definitiva de su familia. LA considera la principal culpable de la ruptura de sus padres por haberse entrometido en la relación.

Irene Urdangarin / Gtres
Irene Urdangarin / Gtres

Sin señales de reconciliación

Este choque ha dejado una huella visible. La comunicación entre ambos está en mínimos. Los intentos de Iñaki por acercarse terminan en rechazo. Y la actitud de Irene se endurece. El vínculo entre ellos parece romperse poco a poco.

La joven Urdangarin, que durante años fue considerada la más reservada y estable de los hermanos, atraviesa una etapa convulsa. Entre la presión familiar, el desengaño universitario y el conflicto con su padre, el verano de 2025 se ha convertido en una montaña rusa emocional. A las puertas de un nuevo curso académico, ni Irene tiene claro su futuro, ni Iñaki sabe cómo recomponer la relación. Lo que debía ser un apoyo mutuo se ha convertido en un desencuentro crónico.