La liturgia del premio Cervantes es particular: al día siguiente de entregar el galardón literario más solemne del Estado español en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares, se celebra una comida de hermandad y homenaje en el Palacio Real de Madrid. Ha sido el fin de fiesta oficial para Luis Mateo Díez, ganador de esta edición. Las imágenes del interior del comedor, con todas las personalidades ocupando sus posiciones, confirman lo que hace unas horas percibía EN Blau: que entre la reina Letizia y una política VIP muy polémica no hay buena sintonía. Que no la soporta demasiado, y que si es menester, la ignora. Hablamos de Isabel Díaz Ayuso, la presidenta de la Comunidad de Madrid.

La figura de la del PP se ha transformado en tan solo 24 horas: si en la gala de entrega, vestida en tono azul uniforme, tenía aspecto de cordero degollado al lado de la reina, durante la comida oficial se ha lanzado al rojo vivo y a una actitud mucho más directa, exagerada y vulgar junto a Felipe VI. Era su compañero en la mesa, y se sentía como si le hubiera tocado la lotería. Qué gestualidad, qué muecas, qué fervor. Todo divertidísimo, interesantísimo. Brillante, alteza. Con unos pompones de cheerleader remataba el cuadro. El Borbón parecía halagado.  Alucinando con tanta efusividad, pero encantado con su amiga íntima, de colegas.

AYUSO EL MARTES:

Ayuso EFE
Ayuso / EFE

AYUSO EL MIÉRCOLES:

Felipe Ayuso EFE
Felipe y Ayuso / EFE

A unos metros de distancia de la pareja, ni las conversaciones, ni el ambiente, ni las caras eran tan animadas. Incluso parecería que la temperatura era un par o tres de grados inferior. Letizia, entre el premiado Luis Mateo Díez, y el presidente de la Real Academia Española, Santiago Muñoz Machado, también charlaba de manera cordial y más o menos animada, pero nada que ver. De hecho, la asturiana no dejaba de vigilar lo que pasaba en el sector de su marido, con el show de Ayuso a pleno rendimiento. Estaba incómoda. Hay miradas que matan. El realizador audiovisual de Casa Real se merece un Goya, vaya rapidez de reflejos, sensibilidad y capacidad para captar las tramas en directo. Una obra de arte.

La ópera bufa del Cervantes entre Letizia y Ayuso es un divertimento de primera categoría. También una jarra de agua fría para los fanáticos de la presidenta, al tiempo que coloca a la reina en una zona de arenas movedizas. Pero ya que estamos metidos en el papel, lanzamos una hipótesis: que Ayuso tenga un plan B que se está revelando ahora. Deja el novio de las comisiones rarunas, seduce a Felipe VI, divorcio de Letizia y la Isabelita, de community manager del perro de Esperanza Aguirre a reina de España. Maquiavelo no es nadie al lado de Miguel Ángel Rodríguez, el gran titiritero. Letizia se huele la tostada, y por eso no la puede ni ver. La trama es golosa, y el sueño húmedo de Jaime del Burgo. 

Leti X
Letizia vigila a Ayuso / X