Cada mes de octubre, Oviedo se convierte en el epicentro del protocolo y la elegancia. La ciudad se viste de gala para recibir a la familia real con motivo de los Premios Princesa de Asturias, uno de los eventos más prestigiosos del calendario. Este 2025 no fue la excepción. La princesa Leonor brilló con luz propia, pero, una vez más, fue su madre, la reina Letizia, quien acaparó titulares por motivos muy distintos: sus exigencias de diva en el Hotel Reconquista.
El emblemático hotel, convertido en residencia temporal de la familia real, se transforma por completo antes de la llegada de los Reyes. Pero es Letizia quien impone el ritmo. Su equipo envía una lista detallada de requisitos que deben cumplirse al pie de la letra. Y no se trata de simples preferencias. Para la reina, son condiciones innegociables.
Las exigencias de la reina Letizia durante su estancia en Oviedo
La primera y más importante: la limpieza absoluta. Letizia no tolera el más mínimo descuido. Exige que su habitación sea desinfectada varias veces al día, con especial atención al baño, que debe quedar impecable tras cada uso. Ninguna superficie puede presentar marcas, rastros o aromas ajenos. Su obsesión con la higiene es tan conocida que el personal del hotel recibe instrucciones específicas antes de su llegada.
Pero su manía más comentada tiene que ver con la ropa de cama. Letizia no duerme sobre sábanas utilizadas previamente, aunque hayan sido lavadas. Reclama sábanas completamente nuevas, sin estrenar, recién planchadas y colocadas horas antes de su llegada. Según fuentes cercanas, la reina siente una profunda incomodidad ante la idea de descansar en una cama usada por otros huéspedes. Una exigencia que supera con creces el estándar de cualquier hotel de lujo.
No puede faltar el Vichy Catalán
A esto se suman sus caprichos personales. Uno de los más conocidos es su devoción por el Vichy Catalán, su agua mineral favorita. Letizia exige que el minibar esté siempre abastecido con varias botellas frías y que haya reservas adicionales disponibles en todo momento. El hotel se asegura de que no falte ni una, sabiendo que cualquier omisión puede provocar un contratiempo incómodo.
El personal del Reconquista, acostumbrado ya a estas peticiones, sigue cada detalle con precisión militar. Desde la iluminación exacta hasta la temperatura de la habitación, todo debe ajustarse a los deseos de la reina.
Porque cuando Letizia llega a Oviedo, nada se deja al azar. Su presencia no solo marca el inicio de los premios, sino también un despliegue de perfeccionismo extremo. Un ritual de exigencias que confirma que, detrás de su imagen de sobriedad, vive una verdadera diva de palacio.
