En Zarzuela la consigna es clara: evitar episodios como los vividos en sus dos primeros años de formación castrense. La princesa Leonor se enfrenta a un reto que no es solo académico ni militar. Su cuerpo y su resistencia se han convertido en motivo de conversación interna, y no precisamente por una mejora.

El detonante no llegó de golpe. Fue un goteo. Primero, mareos. Luego, agotamiento. Después, jornadas enteras fuera de las maniobras. En el Blas de Lezo y en el Juan Sebastián Elcano, la cinetosis se impuso. La heredera, lejos de la cubierta, pasaba horas en su camarote. La ausencia en ciertos ejercicios se hizo evidente. No llegaba preparada.

La princesa Leonor en el Blas de Lezo / Casa Real

El estado físico de Leonor es motivo de profunda preocupación en Zarzuela

Lo más inquietante es que había señales previas. Médicos militares habían emitido un aviso: su condición no era óptima. Se propusieron entrenamientos extra y un plan físico reforzado para la heredera. Ocurrió antes de ingresar en la Academia Militar de Zaragoza y también en los prolegómenos de su entrada en la Escuela Naval de Marín. Sin embargo, la preparación previa de Leonor fue insuficiente. Cuando llegó la exigencia real, la respuesta física no estuvo a la altura de lo que marca la Armada.

Los reyes Felipe VI y Letizia, al conocer la situación, ordenaron actuar de inmediato. La solución improvisada incluyó entrenador personal, dieta vigilada, control diario y ajustes en las tareas. La meta: salvar el curso y evitar una crisis pública. Aun así, la princesa completó la etapa con exenciones que a cualquier otro cadete le habrían costado la continuidad.

En palacio, nadie oculta que el episodio fue incómodo. Más aún con su inminente llegada a la Academia General del Aire en septiembre. El nuevo plan es más estricto: entrenamientos cada día, rutinas fijas y seguimiento constante. Esta vez, no habrá margen para improvisar.

La familia real en la recepción de Marivent, 2025 / Casa Real

Plan específico para la princesa Leonor

A la ecuación física se suma otra más delicada: la ansiedad. La presión mediática y el escrutinio permanente han impactado en su relación con la alimentación. Nutricionistas y dietistas trabajan para mantener la estabilidad, pero reconocen que hay días en que la disciplina se rompe.

En su última aparición pública en Marivent, un vestido holgado prestado por Letizia atrajo miradas. Oficialmente, un gesto familiar. Extraoficialmente, una manera de disimular cambios en su figura. En Zarzuela saben que la batalla no es solo contra los mareos o la falta de resistencia. Es también contra una narrativa pública que podría poner en duda su fortaleza como futura jefa de Estado.