La seguridad de la Reina Letizia no deja espacio para la improvisación. Aunque la Casa Real evita hablar de los detalles, lo cierto es que su protección personal está perfectamente coordinada. Quienes integran la seguridad de la Reina deben estar altamente capacitados. Defensa personal, armas, tecnología y reflejos rápidos. Muchos no superan los 40 años y deben estar disponibles para viajar en cualquier momento.
Este protocolo, que se ejecuta en colaboración con la Guardia Civil y una unidad especial de la Policía Nacional, es casi invisible para el público. El encargado de dirigir ese operativo es Miguel Ángel Alarcón, responsable directo de mantener a salvo a los reyes y sus hijas.
Nadie puede tocar a la reina Letizia
Pero detrás del silencio, existen normas claras. Y una de las más estrictas tiene que ver con el contacto físico. La proximidad con Letizia o con cualquier miembro de la familia real está regulada al milímetro. No se trata solo de seguridad. También de etiqueta y respeto institucional. Un gesto tan simple como colocar la mano en la cintura de la reina, aunque sea con buena intención, puede activar la intervención inmediata de su equipo.
Un experto en lenguaje corporal, Jordi Reche, ha analizado diversos momentos en los que los escoltas actúan sin dudar. En estos vídeos se ve claramente cómo una mano que se acerca más de la cuenta es retirada con rapidez y discreción. El objetivo: evitar incomodidades y posibles riesgos.
Los escoltas no esperan a que ocurra algo. Están entrenados para detectar señales antes de que sucedan. Operan en silencio, pero con una sincronía absoluta. Cualquier movimiento fuera de lugar se comunica al instante a través del auricular. Si alguien rompe el espacio personal de Letizia, se reacciona sin demora.
La ausencia de contacto es una norma no escrita en las monarquías
No es un capricho. Reche explica algunos precedentes. En un acto oficial, el actor Tom Cruise ayudó a Kate Middleton a subir unas escaleras tomándola del brazo. Ella, al darse cuenta, cambió el bolso de mano para evitar que se repitiera.
También el expresidente Hugo Chávez intentó abrazar a la Reina Isabel II. Ella lo rechazó sin rodeos. Según las normas reales, solo se puede tocar a un monarca si él o ella lo permiten. Por lo general, eso se limita a un saludo de mano.
En eventos donde hay mucha gente, como ocurrió en Paiporta el pasado noviembre, el riesgo aumenta. En esa ocasión, hubo lanzamientos de objetos y barro. La situación se volvió tensa. La seguridad reaccionó al instante, protegiendo a los reyes con paraguas y preparando una vía de salida.
