Ocurrió en la Academia Militar de Zaragoza, y también en la Escuela Naval de Marín. Antes de empezar, los altos cargos le dieron a la princesa Leonor una serie de recomendaciones. Entre ellas, que se pusiera en forma. La exigencia iba a ser alta y aumentaría con el paso de los meses. Sin embargo, Leonor no siguió esas pautas. Y se le tuvieron que hacer concesiones, liberándola de algunas de las tareas más exigentes. Ahora la situación se repite en San Javier. No solo eso: se agrava porque el nivel de exigencia es mayor.

La princesa Leonor encara un año decisivo en la Academia General del Aire de San Javier, donde se forma como piloto militar. Este último tramo es clave: al completarlo, recibirá la tercera condecoración y alcanzará el rango más alto en su recorrido como cadete. Sin embargo, lo que debía ser una etapa de consolidación se ha convertido en un desafío lleno de obstáculos. La presión, tanto física como psicológica, ha puesto en alerta a la Casa Real.

Leonor en el Pilatus
Leonor en el Pilatus

La princesa Leonor lleva ya dos semanas en la Academia General del Aire de San Javier

Desde septiembre, la heredera del trono se ha adentrado en un mundo completamente nuevo: el pilotaje de aviones. A diferencia de Zaragoza o Marín, aquí el nivel de exigencia es mucho más alto. El problema es que Leonor arrastra un miedo a las alturas que condiciona sus avances. Antes de subirse a una aeronave real, debe pasar por un intenso entrenamiento en simuladores. Y aunque el protocolo militar es inflexible, en su caso se están tomando precauciones excepcionales.

A estas dificultades se suma un aspecto delicado: su estado físico. Las pruebas de resistencia y fuerza no han arrojado los resultados esperados. Sus calificaciones oficiales son de excelencia, pero dentro de la academia hay voces que reconocen que esas notas no reflejan fielmente su rendimiento. La comparación con sus compañeros es inevitable y la distancia en preparación física cada vez resulta más evidente.

Problemas con su estado de forma

La reina Letizia sigue el proceso de cerca. No es la parte académica la que más le preocupa, sino la condición de su hija. Según entrenadores y médicos militares, la princesa no está en su peso ideal y debería mejorar su tono muscular para soportar la dureza de este curso. Como en Zaragoza. Como en Marín. 

La princesa Leonor en el Blas de Lezo / Casa Real
La princesa Leonor en el Blas de Lezo / Casa Real

El verano tampoco ayudó. Durante el periodo estival, Leonor se relajó y dejó de lado la estricta dieta militar. Optó por comidas rápidas y desordenadas, lo que ahora pasa factura. La anécdota de la ropa holgada en sus primeras apariciones públicas del curso refuerza la tesis de quienes aseguran que su físico atraviesa un momento complicado.

Ante esta situación, el rey Felipe VI ha dado un paso adelante. Según fuentes cercanas, ordenó la intervención directa del equipo médico de Casa Real, que ya trabaja en un plan específico para corregir el problema. El objetivo es recuperar a tiempo a su hija y garantizar que pueda afrontar el curso sin riesgos añadidos.